martes, 10 de junio de 2008

Nadie sin Pecado

Hace unos años se concedió a Elia Kazan un oscar honorífico por toda su carrera. Al ser el único premio que se anuncia con antelación, la decisión dio lugar a enconadas discusiones entre los que apoyaban y los que se oponían a la idea. El día de la ceremonia hubo manifestaciones a pocos metros de la alfombra roja e incluso en el propio teatro muchos mostraron su descontento negándose a aplaudir la aparición de Kazan en el escenario (la televisión recogió la clarísima actitud de Ed Harris y Nick Nolte, entre otros).
Puede que esta sea la única vez que la entrega de un oscar honorífico genera tanto revuelo. Normalmente es la ocasión de compensar a un plácido ancianito ya retirado por el injusto olvido de la Academia, un momento emotivo y sonriente. ¿Por qué, entonces, hubo tanta gente en contra de homenajear a un adorable abuelito que había dirigido películas inolvidables como Un Tranvía Llamado Deseo o La Ley del Silencio? Muy fácil: porque el adorable abuelito, cincuenta años atrás, cuando tuvo lugar la caza de brujas dirigida por el comité de actividades antiamericanas (me niego a ponerle mayúsculas) y fue llamado a declarar, optó por congraciarse con el sistema y dar nombres de antiguos militantes del partido comunista, condenando así a los delatados ( guionistas, directores ...) al ostracismo y al paro


Kazan y Miller, primero tan amigos...

Para quien no sepa de qué estoy hablando (la caza de brujas, el senador mcarthy – este tampoco se merece las mayúsculas) y para los seguidores de Arthur Miller y Elia Kazan, recomiendo el exhaustivo documental Nadie sin Pecado, que analiza en paralelo la carrera de Miller y Kazan desde los tiempos en que el segundo dirigía las obras del primero, la ruptura de su amistad por su diferente actitud ante La Caza de Brujas y el efecto que ese fenómeno tuvo en sus carreras posteriores.

El documental pone de manifiesto cómo, tras su polémica delación, Elia Kazan se vale de La Ley del Silencio para, en cierto modo, justificar su actitud. Por su parte Arthur Miller, como es sabido, estrena por aquella época Las Brujas de Salem, mostrando el paralelismo entre unos horribles hechos del siglo XVII y lo que estaba ocurriendo en ese momento en el país. Años después, con Panorama desde el Puente, vuelve a dejar muy clara su opinión sobre los delatores. Además el documental muestra interesantes datos sobre el proceso de creación de estas obras.

El dilema que se planteó con el Oscar honorífico de Elia Kazan fue si un solo acto, por inicuo que sea, impide reconocer y premiar la valía artística, y este interesante documental ( fácil de encontrar con programas p2p poniendo “nadie sin pecado”) nos da las claves para alcanzar nuestra propia respuesta ante el dilema moral.

...y luego cada uno por su lado...

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