domingo, 30 de noviembre de 2008

Una Hora a Ciegas

No quería. De verdad, yo no quería. He dejado pasar unos días para evitarlo. Pero me veo obligado. Es mi deber. Tú di que alguno de los que leen este blog (vale, cuatro despistados, lo se.) tiene la nefasta idea de ir a ver esta obra de teatro. Y se lleva un berrinche. Y del berrinche le da fiebre. Y está en cama una semana (que es lo que me ha pasado a mi). Y todo porque yo no le aviso. No señor, cumpliré mi deber para con mis (escasísimos) lectores. Allá voy: La obra La Noche, de la Compañía Teatro del Velador, sobre un texto de Maeterlinck, es un truño. Pero un truño gordo, ¿eh?

Pero seamos justos, que tiene también sus cosas buenas (aunque no pueden hacer nada contra la truñidez intrínseca del espectáculo): La idea principal es buena: cinco músicos ciegos de un asilo esperan en un alejado jardín para dar un concierto, pero nadie llega. Los actores están muy bien simulando distintos tipos de ceguera. La escenografía y la ambientación musical son muy adecuadas también. Entonces, ¿Cuál es el problema? … El problema es que, tras el planteamiento inicial, que se cuenta en una línea, después no pasa nada. Pero nada de nada. El más absoluto vacío argumental. Y no un vacío lleno de cosas como en Esperando a Godot, no: un vacío vacío. Bueno, no, sí que ocurre una cosa hacia el final: los ciegos encuentran un cadáver. Pero, para desconsuelo del sufrido público, no es el cadáver del responsable de haber puesto este texto en escena.

Yo es que esta manía que tienen algunos de no contar nada no la entiendo. Debo ser muy antiguo pero, a ver, si no me vas a contar nada no me hagas venir al teatro. Es que no me entra en la cabeza. Volvamos la vista atrás unos cuantos milenios y pensemos en un hipotético origen del teatro: una tribu de trogloditas (como los que dibuja Mingote, mas o menos) alrededor del fuego, escuchando al más valiente de la tribu, que les está contando cómo cazó el mamut que se han comido en el almuerzo. Si el troglodita cazador, en lugar de escenificar su heroica gesta, se hubiera pasado dos horas contándoles NADA, ¿Qué le habría pasado, eh? Pues que algún otro troglodita le habría abierto la cabeza con un as de bastos para que sirviera de almuerzo al día siguiente. Y puede que ese sea el problema, que, como público, somos poco trogloditas.

De esta guisa me pienso presentar en el teatro el próximo día.

Por lo que pueda pasar.


He encontrado este video de la función. Lo curioso es que, una vez visto, hasta yo me quedo con la sensación de que la obra debe estar bien. Pero no, es que el video dura solo unos minutos, y en esos minutos ya está visto todo lo que había que ver.


lunes, 24 de noviembre de 2008

The Night was like a lovely tune

Con la inestimable compañía de Lord y Lady Churringham, anoche asistimos a la clausura del Festival de Jazz, a cargo del inimitable Kurt Elling y la Big Band de Granada. Con una voz hecha de extraños metales, Elling, elegante y generoso en escena, dedicó la primera parte del concierto a su propio repertorio, comenzando con su prodigiosa versión de My Foolish Heart. En las siguientes canciones, y espléndidamente acompañado por su trío, dejó una buena muestra del espléndido y desconcertante instrumento que tiene bajo la corbata y de su dominio del scat, éste último de difícil digestión para los no iniciados (de hecho, Lady Churringham pidió varias veces una muerte piadosa … o una cerveza, lo primero que llegara).

Y en la segunda parte llegó la sorpresa: el innovador Elling se disfrazó de crooner clásico para jugar a ser Sinatra arropado por los viejos arreglos de Quincy Jones y Nelson Riddle honrosamente reproducidos por la Granada Bing Band. Disfrutó con las viejas canciones de Sinatra, que ejecutó en ocasiones ciñéndose a los cánones clásicos y en ocasiones deslizándose suavemente a su estilo propio (como el estimulante coctel que resultó ser su versión de Fly me to the moon) y nos transmitió su entusiasmo. Un concierto magnífico de un artista que sabe perfectamente lo que se trae entre manos. Anoche, Sinatra y Count Basie chocaron sus Jack Daniels a la salud del Sr. Elling desde el bar adonde van los buenos jazzmen cuando mueren.

Aquí teneis al Sr. Elling echándose una coplilla con Al Jarreau: el clásico Take Five de Dave Brubeck. Qué bien se lo pasan:

jueves, 20 de noviembre de 2008

Oh, Nostradamus Sapientísimo!!

No pensé yo que acabaría poniendo en el blog a este señor, que no goza de mi simpatía literaria y de pocas de mis simpatías personales (y supongo que su respuesta a esto ultimo me haría llorar como un chiquillo, ¡menudo es contestando!) , pero reconozco el mérito y la asombrosa anticipación de este articulo publicado en El Semanal el 15 de Noviembre de 1998 ... sí: la fecha es correcta.

LOS AMOS DEL MUNDO (Arturo Perez-Reverte)
Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro. Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio -o al revés-, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo. Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden.No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro. Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder; el riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas finan-cieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados. Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces -¡oh, prodigio!- mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.
... Escalofriante... Por cierto, Don Arturo, si no es mucha molestia... ¿el gordo de Navidad, me hace el favor? ... el reintegro al menos...

viernes, 14 de noviembre de 2008

Cine Negro atípico

Llevo una semana negra… en el buen sentido. Primero encontré en la Feria del Libro el fantástico The Noir Style, que recoge las mejores imágenes del cine negro. Todavía me estoy relamiendo. Y luego, casi sin pretenderlo, he visto dos estupendas películas de ese género. Aunque no lo parecen.

La primera es El Callejón de las Almas Perdidas (¡olé por la inventiva del traductor!), Nightmare Alley, de 1947, cine negro de magos de feria, adivinos y psicoanálisis. Cine Negro sin gangsters y, ahora que caigo, sin un solo tiro. El uso del blanco y negro, de las luces y las sombras, es una maravilla. La historia de un charlatán embaucador habría estado mejor protagonizada por el Kirk Douglas de El Gran Carnaval o el Burt Lancaster de El Fuego y la Palabra, pero reconozco que Tyrone Power está bastante bien. La visión del psicoanálisis es un tanto infantil y el desenlace es absurdo, pero hay que verla.





Y ahora – todo el mundo en pie, por favor – el Gran Bob Mitchum en Yakuza, de 1974: Cine Negro de Samurais (toma ya!). Gran parte de los tópicos del género (el héroe desencantado, el amor imposible, el tiempo perdido, el destino fatal) trasladados al mundo de las bandas del crimen organizado japonés. Dirige Sydney Pollack (por si alguno pensaba que sólo hizo pelis de amor) y Robert Mitchum se pasea por la película con toda su cachaza de actor maduro, contenido y sabio. No consigo encontrar ningún video aceptable de Yakuza así que, ¿sabíais que Mitchum grabó algunos discos? Y no cantaba mal: se puede escuchar en su voz el mismo aparente desinterés con el que actuaba. Escucha, escucha:


Sunny, you smiled at me and really eased the pain ... Me encanta esta canción

domingo, 2 de noviembre de 2008

Lo que estoy oyendo ahora: Jenny Evans

Los tres o cuatro cantantes de jazz que, aupados por el marketing, han sido proclamados reyes y reinas del jazz vocal moderno no tienen nada que enseñar y, en algunos casos, sí mucho que aprender de otros jazzmen y jazzwomen contemporaneos que desarrollan un jazz mas honesto y despreocupado por las listas de ventas. Y es que hay casos, en el jazz como en todo tipo de música, en que el éxito de un artista se debe fundamentalmente a lo bien que sale en la portada del disco.


¿Qué habría sido de Norah Jones si hubiera nacido con las hechuras de Ella Fitzgerald?

Jenny Evans es uno de esos casos de Jazz honesto y bien hecho, aunque no le ilumine el foco de la fama internacional. Londinense afincada en Alemania, con su propio club de Jazz y media docena de discos en su haber. Y espero que todos sean tan buenos como este GIRL TALK, grabado en directo en Munich en 1993. Tiene una voz dulce de contenido bibratto y un sabio dominio del scat.
Lo podeis descargar desde aquí: http://rapidshare.com/files/149347783/JE.GirlT.rar


(Bájatelo, cuñao, que te va a gustar)


Pobres payasos pobres

Todavía nos estamos riendo de la función del otro día en el Teatro Alhambra. Los Ulen nunca defraudan. Ese estilo de Charlots del Sur (perdón: der Zú) conquista con facilidad, al menos por estas latitudes (no sé la acogida que tendrían Los Ulen en Oviedo, por ejemplo). Los tres actores-autores-directores llevan décadas compenetrados y perfeccionando un tipo de clown crudo, a veces incluso soez, pero con momentos de dulcísima ternura. El nuevo capítulo que giran este año es Maná Maná (el regreso), en el que los tres vagabundos rebuscan en los contenedores, se abrigan con cartones, duermen apretujados en bancos y se dan el poco cariño que les queda. El espectáculo arranca carcajadas casi constantes al tiempo que contiene un par de reflexiones de esas que escuecen en lo más profundo de la conciencia, cumpliendo así la obligación de todo buen bufón. Lo pasamos tan bien que hasta nos parecieron más espaciosas las malditísimas butacas del Teatro Alhambra.