Para los afortunados que no sepan quien es Millan Astray, cinco minutos de navegación por Internet les deberían bastar para familiarizarse (pero no demasiado, recomiendo) con este terrorífico personaje que si fuera ficticio nos resultaría exagerado, y al constatar que fue real desearíamos que fuera sólo un personaje de algún inframundo de Lovecraft.
Al cadáver de Millán Astray da vida el actor Adolfo Fernández, que hace un notable trabajo con un papel difícil y extenuante: el personaje está exaltado casi todo el tiempo, grita, canta a pleno pulmón… lo dicho: extenuante.
El autor tiene el acierto de reforzar el esperpento que el protagonista tiene por cerebro, dando a la pieza un aire de putrefacto café-teatro en el que Millán Astray canta y baila para nosotros ante las momias polvorientas de obispos, gobernadores civiles y militares, intelectuales y ¡Carmen Polo!. El resultado es desternillante, si bien el buen hacer de Álamo y Fernández te congela la risa cuando quieren que no olvides que el grotesco personaje fue un asesino psicótico tristemente real, y que las frases ¡Viva
Por cierto, hasta no hace mucho, por programar espectáculos como este, te podían quemar el teatro. Parece que vamos mejorando.
1 comentario:
Eso parece...que hemos avanzado...
Lo de que suene la música es muy chulo. Besitos
Publicar un comentario