miércoles, 27 de agosto de 2008

Morriña

Todo el que haya tenido la santa paciencia de escucharme hablar sobre el tema sabe que soy fan incondicional ( y, si hiciera falta, groupie) de los novelistas españoles de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Encabezado por Galdós (en mi modesta y discutible opinión, el mejor novelista español), el grupo integrado por Valera, Pardo Bazán, Clarín, Pereda y Palacio Valdés asombra por la calidad y lo ingente de su producción a poco que se adentre uno en ella. Ayer termine Morriña, de Emilia Pardo Bazán, una novela corta y tradicionalmente considerada menor dentro de la obra de la Señora Condesa. En apenas cincuenta paginas de la adorable edición de obras completas de Aguilar, Doña Emilia, además de tenernos intrigados con un argumento que no voy a desvelar, tiene ocasión de reflejar la vida universitaria de Madrid, la sacramental práctica de hacer y devolver visitas, las relaciones entre señores y servidumbre, las tertulias, la morriña (que no es sino el dolor de la planta desarraigada), el despertar sexual, la injusta expiación de las culpas cometidas por los padres ... Todo eso, que en Pardo Bazan es una novela menor, daría hoy para un tomazo de seiscientas paginas publicitado hasta la nausea y bendecido por la prensa perteneciente al mismo grupo editorial propietario del magno acontecimiento literario.

Investigando en internet para saber más sobre esta novela he descubierto algo curioso: a Clarín no le gusto nada, pese a ser admirador de la autora. Es sorprendente que lo que mas le critica es que se demore en descripciones de la vida doméstica (la cocina, la costura, la labor de plancha), porque, afirma, esas cosas , propiamente de mujeres, no interesan al hombre al leer una novela. Aun poniendo esta opinión en su contexto – hace bastante mas de cien años - , resulta indudable que es una apoteósica estupidez. Es decir, se puede escribir la Regenta y decir estupideces: no es incompatible. Usted se lo ha ganado, Don Leopoldo: boca abajo hasta nueva orden.

...y no se me enfade, que esto me duele más a mi que a usted

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