miércoles, 17 de marzo de 2010

Pedestal abajo

En esta tierra asolada por las obras del metro sufrimos con paciencia franciscana todo tipo de adaptaciones, versiones libres y obras supuestamente inspiradas en la producción de García Lorca. Y los herederos de Lorca, animalicos, con el brazo hipertrofiado de darle a la palanca de la caja registradora. La idea es más o menos la siguiente: pongamos que eres coreógrafo de danza moderna, ideas un espectáculo, lo planeas bien todo, la coreografía, el vestuario y tal. Y ahora coges y le pides permiso a la sobrina de Lorca (lease, pagas a la SGAE) para que el espectáculo – que nada tiene que ver con Lorca – se llame, no sé, “El Lagarto y la Lagarta: Lamento Lorquiano”. Y luego vas a la Consejería de Cultura a contarles la idea, ellos se quedan sólo con lo de “Lorquiano” y te subvencionan el espectáculo y te tiras con él todo un verano actuando en la Alhambra y luego el otoño en el Lope de Vega de Sevilla y luego lo que caiga. Y en las entrevistas tienes que decir que Lorca te ha influenciado un güebo para idear el espectáculo y que el romance del Lagarto y la Lagarta es claramente premonitorio del conflicto armado y blablabla. Mientras tanto, unos alumnos de secundaria quieren hacer Bodas de Sangre (en versión antigua, osea, el texto y eso) y cobrar entrada en el teatrillo del instituto para pagarse el viaje de estudios y no pueden porque la SGAE les exige pagar derechos. Y Lorca, en su fosa de Viznar, maldice a sus herederos. Estoy seguro.
Por eso uno, malpensao, acude con miedo a ver cualquier Lorca: porque no es seguro que uno acabe viendo un Lorca. Eso no pasa - lo digo clarito antes de que le meta algún que otro palo - con el Bodas de Sangre del Centro Andaluz de Teatro y el Centro Dramático Nacional. Es una versión respetuosa, integra (supongo) y que no cae en la manía insufrible del “mira lo que he hecho con esta obra tan conocida, ¿a que ya no la conoce ni la madre que la parió?”. No, José Carlos Plaza no pretende ser mejor que Lorca, así que, nada más que por esa actitud, agradecido. Opta por la sobriedad en escenografía y vestuario, con colores grises y terrosos, inspirados por los secarrales en los que se desarrolla la trama. La fiesta de la boda, con coreografía de Cristina Hoyos, resulta al tiempo lírica y creíble. No me gusta la solución encontrada para el romance de la luna: escuchar un cedé de Ana Belén mientras un tío disfrazado de Gusiluz repta por una viga resulta raro, raro, y mientras te dices “raro, raro” toda tu predisposición a la poesía acaba en la moqueta. Lo peor del montaje afecta a uno de sus pilares principales: la madre. Consuelo Trujillo, a la que no creo haber visto ningún trabajo anterior, deja claro con su interpretación que es una actriz formidable. Eso no tiene discusión. Pero no quita para que la concepción del personaje sea – en mi modesta opinión – errónea. No sé si la culpa es de la actriz, del director o de los dos, pero no puedes interpretar a Lorca como si fuera Sófocles. La madre de Bodas de Sangre no es Medea: No se puede interpretar a Lorca desde lo alto de un pedestal de patetismo, sino pedestal abajo, con los pies y la cara y la voz llena de tierra. En la criada de la novia, pongo por caso, sí pudimos ver a una mujer lorquiana, real y poética al mismo tiempo. En la madre del novio, no. Y luego está el actor que hacía de Leonardo, el enamorado de la novia, actor que debe ser muy bueno. Muy bueno moralmente, quiero decir, un pedazo de pan, seguro. Pero como actor... madredelamorhermoso!!

1 comentario:

Vicky dijo...

Esto lo quiero para la semana que viene que actúan en Jaén viernes y sábado. Es chulo, chulo. Pásate por http:// jaen.producestrepito.es
Tu obra está colgada y el piloto también, ¡por fin!!!!!!