sábado, 6 de marzo de 2010

Ejecutivos Agresivos

David Mamet está sobrevalorado, lo que no quita para que Glengarry Glen Ross sea una buena obra de teatro. Y el texto parece aún mejor con una dirección y unos actores como los que pudimos ver la otra noche en un montaje del Teatro Español. Glengarry Glen Ross trata de un grupo de vendedores de fincas llevados al límite por sus jefes: el que obtenga mejores resultados ganará un Cadillac y el peor será despedido. Nada importa la antigüedad, las relaciones personales o la camaradería: solo importa el resultado. Todos los actores están muy bien, con una dirección con incide en la veracidad de las conversaciones obligando a los intérpretes a pisarse unos a otros, a hablar a la vez, haciendo así muy real el diálogo. Inevitablemente destacan, probablemente por que tienen los mejores papeles, Carlos Hipólito – avejentado, abrumado por las exigencias de sus jefes, con un peso sobre sus hombros que es casi visible – y Gonzalo de Castro, actor siempre correcto en comedia, pero que aquí sorprende con un cambio de registro ajustándose la piel de un despreciable tiburón que hace unos años le valió a Al Pacino una nominación al oscar.



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