lunes, 3 de agosto de 2009

Amargas caricias

Mi sobrina Cecily y mi buen amigo Algernon participaron hace unas semanas en el montaje de la obra Caricias, de Sergi Belbel, que se estrenó en el Teatro Municipal de Peligros. Es un proyecto del Centro de Estudios Escénicos de Andalucía (ESCÉNICA), que se configura como trabajo fin de curso de los alumnos y que, como absurda consecuencia, se representa sólo una vez.
Debo confesar que Belbel me cansa un poquito. Reconozco la calidad de sus textos, lo acabado de su estructura, pero la temática – especialmente en esta obra – me cansa. Tengo perfectamente claro que su intención en Caricias –obra integrada por escenas independientes, o no, con personajes distintos... o no - no es reflejar una media estadística de la sociedad moderna (vaya, espero que no, al menos), pero hay demasiado incesto, drogas, prostitución, maltrato familiar y violencia de género como para que no me sienta saturado. No es que me escandalice, ojo, es que me saturo.
Pero lo que sí es este texto es un reto para actores valientes. Y bravos como mihuras fueron los seis actores que se desgarraron, se destrozaron y se desnudaron – algunos, literalmente – ante nuestros ojos. Ninguna de las escenas era fácil y en todas se respiraba verdad. Siento no poder dar los nombres de algunos actores por haber perdido el programa, pero todos ellos son dignos de mención, especialmente porque todos ellos hacían doblete, lo que dificulta aún más la tarea: El mendigo que no puede o no quiere recordar su pasado es poco después un padre de familia supuestamente modélico. La anciana arrasada por la vida pasa poco después a ser la madre animosa que calla todo lo que ve. El marido cuasi-robótico se transforma con facilidad en un abominable padre incestuoso y en un ridículo amante despechado.
Mi buen amigo Algernon (bajo el pseudónimo de Alejandro Colera) sencillamente asombra. Especialmente en sus complejas recreaciones del chapero y del adolescente empastillado (en este último papel convierte su texto en una vertiginosa pirueta solo apta para vocalizadores experimentados)
Mi querida sobrina Cecily (que para la ocasión ocultó el nombre con el que la llevé a la Pila tras el alias de Victoria Peinado) nos hizo creer de nuevo que es fácil lo difícil y nos ofreció con sus distintos papeles un muestrario real y descarnado de los diversos dolores que pueden ocultar las relaciones familiares y/o amorosas.
Un montaje de esta calidad (dejando a un lado mis objeciones sobre el texto) no puede ni debe limitarse a una función de debut y despedida. Es un derroche. De talento y de dinero. Y no estamos para derrochar.


Cecily y Algernon, transmutados.

2 comentarios:

Vicky dijo...

Gracias,querido tío, para ser fiel a la verdad he de decirte que no me esperaba menos de tí. Estupenda crónica, condescendiente quizá con tu "familia" (en la parte que me atañe) pero emocionante. Reitero el agradecimiento. Besos

Alejandro Colera dijo...

Gracias por la crítica. Ha sido un buen regalo de cumpleaños. Como se nota que al final eres mi hermano mayor...
La verdad es que Sergi Belbel no suele dar descanso con sus textos, y provoca un cierto rechazo hacia sus criaturas. No obstante también refleja a una pequeña parte de la sociedad (eso sí, "to de golpe" y sin contrapunto)
Es una pena no volver a repetirla, sobre todo por los actores y compañeros que he conocido.
Un abrazo muy fuerte a tí y a ellos.