domingo, 18 de abril de 2010

Su Señoría Lumet

Es cosa sabida que no es recomendable opinar en caliente, pero como esta vez no es para dar un palo, permítaseme la precipitación. Acabo de pasar la tarde en compañía de Paul Newman, James Mason, Jack Warden, Charlotte Rampling y Sidney Lumet. La película es Veredicto Final, y el espectador más satisfecho, un servidor.


Salvo que algún historiador de cine me saque de mi error, el subgénero judicial, como tantos otros, lo inventaron los americanos. Sé de gente a la que le aburren las películas de juicios… ¡Ay, que Doolittle sigue dormida! Ahora vuelvo… ¿Qué estaba diciendo? ¡Ah, sí: que hay gente que se duerme con las películas de juicios, pero a mi me encantan: La teatralidad del derecho procesal norteamericano, la lucha de David contra Goliat, el suspense de no saber quien es el culpable o, de saberlo, si se hará finalmente justicia, la ocasión perfecta para el lucimiento de los actores. Hollywood ha dado grandes películas de juicios. Así a bote pronto se me vienen a la memoria Anatomía de un Asesinato, La Herencia del Viento, El proceso Paradine (curioso que a Hitchcock no le saliera demasiado bien su incursión en el subgénero judicial) Matar a un Ruiseñor (esa película que hace que todos los niños quieran ser de mayores como Atticus Finch, y que todos los adultos se pregunten qué hicieron mal para no serlo), Vencedores o Vencidos, Testigo de Cargo (probablemente la mejor de su género, pero es que Billy Wilder tenía la molesta manía de hacer una obra maestra cada vez que cambiaba de género) y, en clave de comedia, La costilla de Adán.


Veredicto Final merece entrar sin complejos en la lista anterior. En un momento pasan las dos horas largas que Lumet necesita para contarnos la redención de Paul Newman, un David borrachín en lucha contra el poderoso Goliat de la élite sanitaria. El reparto está perfecto: Newman nos deja ver todo el proceso de transformación que va del picapleitos que reparte su tarjeta en velatorios de desconocidos al hombre que vuelve a descubrir lo bien que sienta la integridad. Jack Warden resulta conmovedor como paternal socio de Newman. El viejo tiburón judicial encarnado por James Mason en su última interpretación destacable, tiene en la mirada, en los gestos siempre comedidos, toda la sabiduría de cuarenta años de actor irreprochable. Incluso la sempiterna frialdad de Charlotte Rampling es adecuada para el papel que se le asigna. Y Lumet, con su cámara tranquila, sus opresivos contrapicados, utiliza con pericia sus actores y un buen guión para hacer otra más de sus grandes películas, a sumar a Doce Hombres sin Piedad, El Prestamista, Sérpico, Tarde de Perros, Network o la reciente Antes que el Diablo Sepa que Has Muerto.


Espléndida película para volver a ver de vez en cuando, y que además contiene un pequeño juego: a ver quién encuentra a Bruce Willis entre los extras de la sala en la que se celebra el juicio.

1 comentario:

Unknown dijo...

¿Este no me lo vas a pasar? Me gusta mucho