jueves, 25 de febrero de 2010

Amor y Pedagogía

La Cinta Blanca, de Michael Haneke, se desarrolla en un pueblecito alemán unos años antes del inicio de la primera guerra mundial. Comienza con la voz en off de uno de los personajes, que nos dice que quizá los acontecimientos que va a narrar pudieran acaso explicar los derroteros que tomó su país en los años siguientes. En el pueblecito idílico empiezan a sucederse episodios de absurda violencia sin que nadie pueda explicar a qué ni a quién se deben. En una línea, ese es el argumento de la película. Pero hay más: El vasallaje al señor del lugar, la infancia arrasada por una férrea educación exenta de toda ternura, las habladurías como cuarto poder de la pequeña comunidad, la sonrisa que esconde al monstruo... Y todo ello meramente sugerido, dejándolo todo abierto a diversas interpretaciones. Y es que todo en La Cinta Blanca tiene una deliberada contención: el amor carece de pasión, el sexo es frío, la ira se dibuja con un árido blanco y negro.
Buena película, que parece tener todas las papeletas para ganar el Oscar a mejor película de habla no inglesa (aunque uno, modestamente, considera muy superior El Secreto de sus Ojos, y casi cualquier cosa que haya rodado Campanella).
Al recoger alguno de los muchos premios que se está llevando la película, Haneke lo dedicó a los niños que actúan en ella. Viendo escenas como esta se entiende:

3 comentarios:

Vicky dijo...

La tengo en la lista de películas que veré de forma inminente. Y, sí, El secreto de sus ojos es fantástica y Campanella, en general, también lo es. Besos

Vicky dijo...

Por cierto, fuerte título unamuniano el de tu post...

Profesor Higgins dijo...

Sabía que tú te darías cuenta, querida sobrina. ¡Qué vasta educación recibiste de las monjas holandesas!