viernes, 26 de febrero de 2010
jueves, 25 de febrero de 2010
Amor y Pedagogía
domingo, 14 de febrero de 2010
Gravemente ABURRIDA. No debe verse.
Ya habré mencionado anteriormente la tontería que tengo yo con los Oscars: tengo que ver el mayor número posible de películas nominadas antes de la ceremonia y luego ver la ceremonia en directo y cogerme unos cabreos de no te menees. No sé porqué lo hago. Carencia de alguna vitamina básica para el correcto funcionamiento neuronal, supongo.
El caso es que el otro día convencí a
películas de este año (ni de las ciento cinco, caramba), su protagonista no hace una de las cinco mejores interpretaciones del año ( si es por componer tíos duros e irónicos Robert Mitchum debería haber sido nominado setenta veces, y con más merecimiento que este aburrido señor) y definitivamente no es uno de los cinco mejores guiones del año (a ver: NO ES UN GUIÓN). Nota: el cartel está boca abajo a caso hecho. por pesada. Sobre cualquier actividad profesional se puede hacer una película entretenida: la vida de un pescadero puede dar para una película apasionante siempre que no te limites durante ciento veinte minutos a mostrarme una y otra vez al pescadero limpiando boquerones. Pues eso.
Si al truño de película añadimos el asfixiante calor que hacía en la sala (ha vuelto el destape a los cines de Granada, pero ahora es el público el que se despelota para sobrevivir a la calefacción) es fácil comprender que
Y como me niego a poner siquiera el trailer del rollo que vimos el otro día, ahí van dos minutos y medio de “En el estanque dorado”. Porque en esos dos minutos y medio hay más cine que en las innecesarias dos horas de “En tierra hostil”, y porque Henry Fonda era un tío estupendo. Y porque me da la gana.
sábado, 13 de febrero de 2010
Genio encadenado.
es que José María Pou puede convertir las páginas amarillas en un acontecimiento teatral. Con su barriga falsa, su alta estatura, su esforzado trabajo de voz y su apabullante presencia escénica, Pou es el espectáculo. Sobre el oscuro inicial se oye el chasquido de un mechero y vemos su rostro parcialmente iluminado al encender el inevitable habano: ahí está el personaje. Pou compone un Welles dolorido, iracundo, hedonista y conmovedor que cumple las expectativas de parecido razonable con el personaje público, al tiempo que explora el tormento de quien se sabía genio, mas genio encadenado. ¿A que tiene buena pinta?