sábado, 12 de septiembre de 2009

Lecturas de verano

Algunas cosas de las que he leido este verano:

Un Hombre en la Oscuridad, de Paul Auster
Auster vuelve a sus juegos gozosos con la realidad y la ficción, la ficción dentro de la ficción y los mundos paralelos. Un anciano insomne distrae la espera del sueño inventando la historia de un hombre arrastrado de su mundo real (ficticio) a un mundo paralelo (ficticio dentro de la ficción desarrollada en la cabeza de un anciano ficticio creado por un Auster afortunadamente real). La novela habla también del afecto y de la fuerza de los lazos familiares. No es la mejor de sus novelas, ni la más significativa, y termina abruptamente, como con prisas. Pero es Auster y es, por tanto, de lo mejor que se escribe actualmente.
El Niño con el Pijama de Rayas, de... no importa de quién.Dejémoslo.
Por lo general, darle una oportunidad a un best seller suele terminar en una profunda decepción, y en el caso de El Niño con el Pijama de Rayas la decepción alcanza profundidades abisales. Este cuento extenso ( convertido en novela por el cicatero procedimiento de ampliar el tipo de letra y los márgenes, y dejar páginas en blanco entre capítulo y capítulo... e voilà!: Lo que era un cuento de apenas cincuenta páginas lo vendo como novela de doscientas), este cuento extenso, digo, parte de una buena premisa que el autor se encarga después de convertir en inverosímil. Es una buena premisa el hacer que se encuentren, separados por una alambrada, un niño judio preso en Auschwitz y el hijo de nueve años del comandante del campo. El problema (gordo, muy gordo) viene cuando el autor, al desarrollar esta idea pretende hacernos creer que el niño alemán, bien entrados los años 40 e hijo de un comandante nazi, no sabe quién es hitler ni qué pasa con los judios. Es como decir que en España, un niño nacido en 1931 no supiera en 1940 quien era franco. Esto sólo sería admisible en una novela que se llamase “El Niño de nueve años que despertó tras nueve años de coma y conoció al niño con el pijama de rayas”. No por tener nueve años se es idiota, del mismo modo que no por publicar una novela se deja de serlo. La falta de rigor y de seriedad al tratar según qué temas históricos es, además de una tomadura de pelo al lector, una falta de respeto a la memoria de las víctimas.
Germinal, de Emile Zola
La lectura más sorprendente y gratificante de este año. Siguiendo los consejos de la Pardo Bazán leo a Zola por primera vez. Si me hubieran dado el texto sin pastas, sin indicaciones del autor ni el título difícilmente habría pensado que se trata de una novela del S. XIX. Zola abandona los eufemismos, las alusiones veladas, y describe con crudeza la vida de de los mineros de la época, vida de animales sujetos a la yunta ,. Zola da ocasión a todos para que se expliquen: a los mineros (el hambre, la miseria, la rabia, la dignidad perdida, el sexo como único divertimento gratuito y como forma de dominación), a los propietarios (que no son malvados trazados con lapiz grueso: hay indolentes rentistas, sí, pero también hay inversores preocupados por un negocio en crisis, crisis que les impide mejorar los salarios.), y a los políticos que incitan a los mineros a la huelga (unos por genuino deseo de ayudar y otros pretendiendo, de paso, buscarse un carguillo). Zola, como autor omnisciente, nos muestra el alma y el pensamiento de todos los personajes, sus luces y sombras, y aunque pretende mostrar la realidad tal cual se manifiesta (aquello del Naturalismo...) se le ve el plumero: se nota su simpatía por todo rasgo de honradez, esfuerzo y piedad, ya aliente en el alma de un trabajador o de un patrono.
Leo en la web que esta novela fue mal acogida por las clases altas que, en su conjunto, no salen bien paradas. Leo también que el 5 de octubre de 1902 al entierro de Zola acudió una representación de los mineros franceses que, abriéndose paso entre la multitud, arrojó rosas rojas sobre la tumba del escritor mientras coreaban “¡ Ger-mi-nal, Ger-mi-nal, Ger-mi-nal,!".

1 comentario:

Vicky dijo...

¡Bravo! El comentario sobre Germinal me ha cautivado