jueves, 24 de septiembre de 2009

La Visita que no tocó el timbre

Madame Blanche Du Mendì es mujer de variados talentos. Baste recordar ahora su habilidad para el regateo en zocos orientales, los varios premios de taxidermia en su haber, el perfecto equilibrio con que luce su mantilla en las múltiples estaciones de penitencia en las que procesiona con virginal recogimiento, o la pasión con que se entrega al coleccionismo de calendarios de bomberos semidesnudos.

Madame Du Mendì (septima por la izquierda) con unas amigas. La Señorita Doolitle, de ejercicios espirituales, no pudo asistir.



Pero sin duda uno de sus mayores talentos es el de recomendar, siempre con acierto, libros y películas. La otra noche tuvimos ocasión de ver The Visitor, una de sus últimas recomendaciones. Escrita y dirigida por Thomas Mcarthy, un tipo sensible e inteligente (de su anterior película, Vias Cruzadas, otra pequeña joya, ya hemos hablado por aquí: http://ingeniodelaescalera.blogspot.com/2008/09/peliculas-pequeas-talento-grande.html) que sabe contar historias, cosa que poca gente del cine sabe hacer, pese a que el cine debe ser eso: contar historias.
Del argumento The Visitor es mejor no contar demasiado, pero trata de la improbable amistad entre un taciturno profesor de universidad y un inmigrante sin papeles, trata del hastío de la soledad, de la necesidad de ser útil para sentirse vivo, de la ilusión por cambiar tu vida para mejor – siempre que el departamento de inmigración lo consienta-, del amor que llega cuando ya no se le espera… en fin, naderías.
La película descansa sobre las espaldas de Richard Jenkins, un actor secundario de toda la vida (esacaramesuena…) que, con una asombrosa sutileza y economía de medios (no puedo evitar acordarme de Spencer Tracy), compone un delicioso personaje cuyo corazón ves palpitar desde la primera escena.
Como ya no está en los cines, tendréis que alquilarla en el videoclub o pedirle una copia pirata a Gonzalez-Sinde.
Cualquier trailer de los que rondan por Internet te cuenta la película entera, estás avisado. Así que dejo este divertido fragmento que no cuenta nada, aunque la sonrisa del Sr. Jenkins lo dice todo.




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