miércoles, 20 de agosto de 2008

La pulsera en el tobillo

Anoche tuvo lugar, en las Multisalas Bruselas, la ceremonia de inauguración del Festival de Cine “Películas que a tu edad ya deberías haber visto”, previo paseo por la alfombra roja de estrellas y celebridades que sonrieron pacientemente ante la lluvia de flashes y el griterío de un publico entregado. La película elegida para el arranque del Festival fue Perdición, de Billy Wilder, una de las cumbres del cine negro.

En el guión participa Raymond Chandler en colaboración con el propio director, y resultan destacables, junto a la perfecta trama, los diálogos, con unas cuantas frases inolvidables. El trío protagonista está para quitarse el sombrero: Fred MacMurray, que nunca pasó de ser un actor correcto, obtiene aquí el tono justo de tipo que no nos acaba de caer del todo bien y del que resulta creíble que acepte participar en un asesinato; Bárbara Stanwyck, desde esta película prototipo de femme fatale y diosa del fetichismo tobillero; y Edward G. Robinson, en un regalo de papel, con una ironía y una ternura muy propia de los personajes más cuidados por Wilder, y dentro de cuyo chaleco abarrotado de cigarros, estilográficas y verborrea parece sentirse muy a gusto el Sr. Robinson

Pese a que entre el publico pudo notarse cierta inquietud inicial, siendo perfectamente audibles manifestaciones como "¿cuánto dura la pinícula?", "me parece que ya la he visto" o "pero, ¿es en blanco y negro?", al poco rato la cinta atrapó hasta a los mas díscolos asistentes.

Es difícil, muy difícil , escoger un escena

Desde Perdición las palabras más importantes del cine son "Billy Wilder". (Hitchcock dixit)

Y ahora, el viejo Billy, en la fiesta de su noventa cumpleaños, contando un chiste sobre un viejo de noventa años:

viernes, 15 de agosto de 2008

Acerca de la comedia

J.B. Priestley, en el prólogo a sus comedias reunidas reflexiona sobre el arte de la comedia y la importancia de encontrar el tono justo:

“En mi opinión, sólo en la farsa más libre es legítimo recurrir a cualquier truco para provocar la hilaridad. Pero, en lo que respecta a la realización de una comedia, esta pauta puede resultar peligrosísima (...) El director de una comedia debe plantearse el problema de descubrir y explotar hasta el máximo la índole particular del efecto cómico buscado por el autor, en lugar de hacer cualquier cosa para provocar la hilaridad. Caerse al suelo repetidas veces o arrojarse pasteles, siempre arrancará carcajadas más estentóreas que los más diestros ejemplos de absurdo mental. Yo también disfruto con las mayores payasadas, pero en el lugar oportuno. A menudo los actores yerran aquí, porque, habiéndoles caído en suerte un papel cómico, consideran que toda carcajada, no importa cómo se provoque, representa una valiosa contribución personal a la producción en cuestión, cuando en realidad pueden estar fácilmente sacrificando toda la estructura y el valor de una escena, así como cualquier impresión perdurable que pueda dejar en el público, en virtud de estos dudosos triunfos. Toda comedia digna de representarse posee su atmósfera, sabor y atractivo particulares, que no deben sacrificarse a la peligrosa idea de que cada carcajada vale cinco libras esterlinas. Siempre es posible que unas cuantas carcajadas de cinco libras esterlinas cuesten al final varios millares de libras.”

Y, a propósito de comedia y cómicos, todo el mundo en pie:

miércoles, 13 de agosto de 2008

La suerte de la fea

Pues resulta que a los organizadores de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de China (esos a los que ningún Gobierno que tuviera un poco de vergüenza debió enviar deportistas, dado que está es la primera vez que, rompiendo una regla perfecta, se permite su celebración en un régimen dictatorial, si bien parece imponerse una nueva regla por la que una dictadura, si a la vez es una superpotencia económica, es menos dictadura) … a ver, que pierdo el hilo – es que me enciendo con esto, oye!-, decía que resulta que a los organizadores de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de China les han cogido en una mentira gorda: en un momento de la ceremonia salía una niñita adorable cantando un himno a la madre patria y pocos días después la noticia de que la niña adorable sólo hacía playback mientras entre bambalinas cantaba una niña feucha ya ha dado la vuelta al mundo (hay que ver lo que jode la prensa libre, ¿eh?). Los organizadores han explicado que la niña mona se adecuaba más a la imagen de China que querían mostrar al mundo, imagen que, con este numerito, ahora está por los suelos. Es de suponer que los responsables pagaran por esto con su libertad o con su vida. Una duda me asalta, ¿a la niña feucha la fusilarán ya o esperaran a que crezca?


Es normal, con esos dientes y esa cara, la niña de la izquierda habría supuesto
un desafortunado contraste con la belleza inmarcesible del primer ministro chino...
Míralo, qué bonico, que parece que está pidiendo un Donut.

Al leer la noticia, no creo ser el único que automáticamente se haya acordado de esto:



martes, 12 de agosto de 2008

Jomsinema (II)

Últimamente en el cine parece que está devaluado el (aparentemente) simple valor de dejarte un buen sabor de boca. Para los que echen de menos esa sensación recomiendo VITUS, película suiza del 2006 sobre niños prodigio, deseos de volar y cartas de amor lanzadas al aire. Es de esas películas que si no la ves con ojos inocentes no te va a gustar y empezarás a encontrar situaciones inverosímiles, pero si dejas de lado el enteradillo en que nos hemos convertido con los años (yo también, claro) pasarás un buen rato. Pasó por los Festivales de San Sebastián y Berlin entre otros y fué la apuesta suiza del 2006 para intentar ser nominados al oscar a mejor película extranjera. En el reparto, Bruno Ganz (el Hitler de El Hundimiento), todo ternura.



Una escena inteligente que hizo sonreír a la Señorita Doolittle

lunes, 4 de agosto de 2008

¡Animaaaaaaaaaaaaaaaaaal!!!

Un número divertidísimo del inolvidable Muppet Show: Rita Moreno intenta cantar Fever pese a los esfuerzos de Animal por hacerse notar.
¡Qué recuerdos! Es ver un Teleñeco y apetecerme un bocadillo de nocilla

sábado, 2 de agosto de 2008

Mr. Sammy Bojangles, Jr.

Este tipo me parece absolutamente maravilloso y esta canción siempre me emociona. Sammy Davis dijo una vez que esta canción era él, o mejor, lo que él podría haber sido si la suerte no le hubiera sonreído. El video es la prueba de que, aún viejo y probablemente ya enfermo de cancer, pocos como él han sabido cantar con todo el cuerpo.

Aquí tenéis la letra traducida

Conocí a un hombre, Bojangles, que bailaba para vosotros,con zapatos desgastados.Tenía el pelo plateado, una camisa andrajosa y pantalones holgados,Bailaba el viejo “soft shoe”.Saltaba muy alto, muy alto,y luego suavemente se posaba.
Mr. Bojangles, Mr. Bojangles,Mr. Bojangles, baile.
Lo encontré en una celda en Nueva Orleans,yo era pobre.Me miró con ojos envejecidos y habló sin rodeos.Habló de la vida, habló de la vida,se reía y daba palmadas a ritmo en su pierna.
Dijo su nombre, Bojangles, bailó a través de la celda.Agarró sus pantalones, se colocó adecuadamente y saltó muy alto,juntó ambos talones,se echó a reir, se echó a reir,sacudiendo su ropa alrededor.
Mr. Bojangles, Mr. Bojangles,Mr. Bojangles, baile.
Bailó en espectáculos callejeros y verbenas viajando por todo el sur.Habló con lágrimas, de los quince años que habían pasado viajando él y su perro.Su perro había muerto, había muerto,Después de veinte años todavía llora su pena.
Dijo: “Ahora bailo siempre que puedo en ‘honky tonks’ por un trago y una propina.Pero la mayor parte del tiempo me lo paso detrás de estas distinguidas barrasporque bebo un poco”.Sacudió su cabeza y cuando sacudió su cabeza, escuché que alguien le pedía por favor
Mr. Bojangles, Mr. Bojangles,Mr. Bojangles, baile.

viernes, 1 de agosto de 2008

Stop the Show!

No sin dificultad, dado el escaso interés que puse por el inglés en mis años de estudiante, de vez en cuando avanzo en la lectura del divertidísimo libro “STOP THE SHOW!”, de Brad Schreiber, “Una historia sobre locos incidentes y absurdos accidentes en el teatro”. La promesa de la portada se ve ciertamente cumplida. Hay anécdotas fantásticas, por ejemplo:

- Animar al reparto a improvisar frases puede resultar peligroso, especialmente si entre los figurantes hay actores especialmente creativos: En el Old Vic se estaba representando Julio Cesar y el director no estaba satisfecho con la actuación de los figurantes que representaban al pueblo romano. Después de un contundente rapapolvo, les dio la clave: ¡Estamos buscando la Autenticidad, la Verdad! "¡Simplemente compórtense con normalidad, como si estuvieran realmente en mitad de la calle!" …En la función de aquella noche el público pudo ver claramente, cómo uno de los figurantes, con toga y alpargatas romanas, salía de escena alzando el brazo al grito de “¡Taxi!”

Otra más, no me puedo resistir:

- Orson Welles no solo era grande en talento y – con el paso de los años – en dimensiones físicas, sino que tenía también un ego inabarcable. Lo dejó bien claro la noche en que, dispuesto a dar un recital de textos shakesperianos en un teatro de Arizona, vio desde el escenario que sólo cinco personas componían su público. Se adelantó a primer término y dijo a su escasa audiencia: “Soy actor, escritor, director de cine y teatro, diseñador y constructor de decorados, pintor, soy un brillante cocinero, un experto en toreo, un coleccionista, un connoisseur, an enfant terrible, y una autoridad en arte moderno…¡¿Cómo puede haber aquí tanto de mi y tan pocos de ustedes?!” Y abandonó la sala.

Seguiré poniendo historias de este estupendo libro. Mientras tanto, por si alguno de los cinco de Arizona que se quedaron compuestos y sin Orson está leyendo esto – cosa harto improbable, lo se – le pongo este video de consolación: Welles recitando el famosísimo monologo de Shylock en El Mercader de Venecia. Los de Arizona no lo necesitan, pero a los latinos que estudiaran tan poco ingles como yo les vendrán muy bien los subtítulos en italiano.




Si nos pinchan, ¿no sangramos? …”