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sábado, 26 de febrero de 2011

La Preciadilla Estatuilla

Que sí. Que siempre es igual. Que va uno con la mejor intención y acaba mascando ortigas. Pero no puedo evitarlo: Los Oscars tengo que verlos. Además, que este año el nivel es bastante más alto que el año pasado. Y, sobre todo, este año no hay premio para Sandra Bullock.

Ya sea pagando o sindelinquiendo he conseguido ver las diez películas nominadas a mejor ídem y alguna más con nominaciones en otras categorías, así que me dispongo a hacer sesudos comentarios… bueno, mejor lo dejamos en poco más que “me gusta / no me gusta” :

LAS DIEZ NOMINADAS (Por Orden alfabético, para no ofender):

127 HORAS. Nada. Que no. Que no hay película aquí, hombre. Hay un videoclip de quince minutos hasta que el chico queda atrapado. Luego una hora tediosa, que hay que trufar de sueños (que se supone que no vamos a caer en que son sueños) para darle más movimiento a la cosa, incluyendo tres minutos horripileibol, y luego otro videoclip de quince minutos ¿Que se tuvo que cortar el brazo? Pues vale. Pero no da para una película. Danny Boyle debería revisar un par de cintas de John Ford, por aquello de que la cámara no debe ser protagonista.

CISNE NEGRO. La historia no vale nada, pero tardas una hora en darte cuenta. Si no fuera por las interpretaciones, especialmente la de Natalie Portman, claro, y algunas buenas ideas de la puesta en escena, serían cien minutos perdidos.

EL DISCURSO DEL REY. Vayan por delante mis prejuicios: si lleva el sello British voy predispuesto a que me guste. Pero es que esta vez hay motivos, y muchos. El guión, la banda sonora, la extraordinaria atención a los pequeños detalles de ambientación y vestuario, todos los actores, todos. Uno de los pequeños detalles: contratar a Claire Bloom para que haga de reina madre: tiene una o dos frases, uno o dos planos, pero ES la reina madre.

LA RED SOCIAL: Es exacta, es impecable, es matemática, es fría. Una historia sobre la ambición, la envidia, la avaricia, la ira, la soberbia… ¿hacían falta más pecados capitales para que David Fincher se diera cuenta que había que dirigirla con un poco más de pasión? A todo el mundo le gusta mucho esta peli. A mi poco.

LOS CHICOS ESTÁN BIEN. Es de esas películas que dejan claro que solo un cerebro menor puede considerar a la comedia como un género menor. Y aunque no es tan cómica como pretenden venderla, cuando se pone dramática no dramatiza. Me estoy metiendo en un jardín. Debería tener más nominaciones, especialmente para su directora y guionista.

ORIGEN. Disfrutar como un enano con una película de acción y ciencia ficción con un guión inteligente y todos los demás ingredientes a la altura, justifica sus nominaciones, aunque me temo que se va a llevar menos Oscars que “Aquí viene Condemorr”

THE FIGHTER. Esta bien, no digo que no. Pero dentro de unos meses no se acuerda de ella ni la madre del director. Los actores, eso sí, estupendos.

TOY STORY 3. Aquí me juego la amistad de Cinemadreamer... Que sí, hombre, que es muy buena. De lo mejor que he visto en animación. Y ya que han de ser diez las nominadas, esta lo merece más que algunas del grupo.

VALOR DE LEY: Terminada de ver hace unas horas, sigo boquiabierto y aun no consigo encajarme la mandíbula en su sitio. Los hermanos Cohen han cogido una buena película de John Wayne y la han convertido en una obra maestra, mucho mejor que la original (esto me va a costar una colleja de mi señor Padre). Qué peliculón. Que la veas. ¿Qué a ti las del Oeste no…? Me da igual: que la veas. Cómo planifican estos dos, cómo encuadran. Qué buen gusto en el guión, en el ritmo, en la dirección de actores, en la ambientación, en la banda sonora. Ese Jeff Bridges, la madre que lo parió.

WINTER´S BONE. Cine negro rural. Curiosa. Merece la pena verse, pero no creo que sea para nominarla a mejor película, con la de guión adaptado va que arde. Nada que objetar a las de interpretación.

Y ahora, ¡tachan, tachan!, EL VATICINIO (que este año no tiene mérito, porque casi tods los ganadores están más cantados que La Bien Pagá). Voy sólo con algunas nominaciones, para no aburrir a los pocos que no se hayan aburrido ya:

MEJOR GUIÓN ORIGINAL: A falta de ver la de Mike Leigh, va a ganar EL DISCURSO DEL REY, aunque tendría su punto que ganara Los Chicos Están Bien para darle un disgusto a unos cuantos reaccionarios.

MEJOR GUIÓN ADAPTADO: Va a ganar inmerecidamente LA RED SOCIAL por ese guión no frost, cuando hay mucha más vida en los moribundos pistoleros de los hermanos Cohen. O con lo bonito que sería ver las lágrimas de felicidad de Cinemadreamer cuando Toy Story se llevara este premio.

MEJOR ACTRIZ DE REPARTO: Dificil, pero creo que será MELISSA LEO. Las cinco están muy bien.

MEJOR ACTOR DE REPARTO: Todas las papeletas las tiene CHRISTIAN BALE por The Fighter. Y creo que lo merece, pese a que me cae gordo y a que suele actuar pasado de vueltas. Una pena, porque Geoffrey Rush, aparte de tener todas mis simpatías, siempre está perfecto y resulta particularmente inolvidable en El Discurso del Rey.

MEJOR ACTRIZ PRINCIPAL: Parece que la cosa está entre Natalie Portman (que hace un espléndido trabajo en el cisne negro, con una preparación física brutal, según dicen) y Annette Bening (que siempre está estupenda, que es una actriz como la copa de un pino y que cada vez que la nominan le pone dos velas negras la pitonisa Lola). Por la ley de la compensación, que en esto de los Oscars funciona y mucho, me voy a arriesgar y apuesto por ANNETTE BENING. Aunque puede que gane la Portman, y Bening tendría que seguir esperando. Pero si eso ocurre, si existe Dios algún día hará reventar la falla de San Andrés por semejante agravio. Y si no lo hace Dios lo hará Warren Beatty.

MEJOR ACTOR PRINCIPAL: Chupao: COLIN FIRTH por El Discurso del Rey. Pero me quedo con la sensación de que habría sido más adecuado que Firth ganase el año pasado por Un Hombre Soltero y este año Jeff Bridges por Valor de Ley. Bardem, con su maravilloso trabajo, no va a ganar. Una pena, porque la Señorita Doolitle estaría bailando la conga hasta Semana Santa y hay cosas que me gustaría ver antes de morir.

MEJOR DIRECTOR: Imagino que será TOM HOOPER por El Discurso del Rey, pero yo se lo daba a los Cohen, por aquello de que su peli no va a ganar.

MEJOR PELÍCULA: EL DISCURSO DEL REY, que es la que yo quiero que gane. Si gana Valor de Ley, me sorprenderá pero no me cabrearé. Si gana La Red Social por mí ya que nos gobierne a todos Gadafi, total…

Bueno, ya está. Me ha quedado un poquito largo. Pero más largo era Avatar y bien que os la tragasteis. Ni acordarme quiero.

Un video curioso: Valor de Ley Vs. Valor de Ley

miércoles, 22 de diciembre de 2010

ÚLTIMA HORA

Un corto de 30 segundos de los grandísimos Mar Delgado y Esaú Dharma, futuros ganadores - en varias categorías - del Notodofilm de este año. ¿El chico es Hugh Jackman, no?

viernes, 22 de octubre de 2010

Clase

El programa de Wyoming te puede gustar más o menos, pero este video merece la pena ser visto, porque recoge varias de las intolerables reacciones que varios energúmenos enfundados en Armani han vomitado en las últimas horas con motivo del nombramiento de nuevos ministros. En el video están a partir del minuto cuatro. Lo que hay antes son las alabanzas y críticas de rigor. Pero a partir del minuto cuatro comienza la vergonzosa descalificación de mujeres por el mero hecho de ser mujeres. No vamos a aprender nunca. Esto no es una cuestión política, ni de izquierda o derecha, esto repugna al más mínimo sentido del decoro. Las declaraciones se comentan ellas solitas:




Y desde anoche no se me quita esta canción de la cabeza:

jueves, 26 de agosto de 2010

Esta versión sí que iria a verla.

Sí, pero que Charles Bronson y Bruce Lee se queden en su casa.

martes, 13 de abril de 2010

Palabras, palabras, palabras

Algunas cosas que he leído últimamente.


Caín, de José Saramago. Adán y Eva, Cain y Abel, Job, Noe, Abraham y el dios del antiguo testamento son sometidos por el autor a una despiadada sesión de lógica, y, naturalmente, no pasan la prueba. Si eres vocal de la Conferencia Episcopal éste es definitivamente tu libro… (Pausa cómica)… Saramago, que tiene el honor de haber sido denostado por los más rancios y peligrosos sectores políticos de Portugal, que puede tener a gala haber tambaleado con su palabra la torre de marfil en cuya cúspide rumia el papa su atraso de siglos, reincide en su molesta manía de poner el dedo en la llaga. Y cuando se trata de la iglesia católica faltan dedos.


El Equipaje del Rey José, de Pérez Galdós. Undécima entrega de los Episodios Nacionales y primera de la segunda serie. Relata la salida de José Bonaparte del trono y los últimos coletazos de la guerra de la Independencia, que una vez terminada dejó a los españoles con más tiempo para guerrear entre ellos, que es lo que de verdad les gusta. Galdos es novela, quien lo probó lo sabe. Hay un malencarado y alientristecido escritor en activo al que le ha dado por escribir sobre la guerra de la Independencia, Trafalgar y tal. Publica una novela sobre las Cortes de Cádiz y parece que fuera a revolucionar el mundo editorial. Don Benito hace cien años publicó del orden de cuarenta (sin contar las novelas no históricas, los cuentos y el teatro), sin duda mucho mejores. Y lo hizo como si nada, con un humilde encogimiento de hombros.


Si me necesitas llámame, de Raymond Carver. Poeta y cuentista que murió a mediados de los ochenta cuando sólo había publicado cuatro breves libros de cuentos. Pero bastó. Refleja escenas de la vida cotidiana del estadounidense medio. Parece que en sus historias no pasa nada, pero el lector pronto nota que ese no pasar nada de especial, esa grisura, es la clave de sus cuentos. La decepción y el desencanto son su tema principal. Este libro recoge cinco cuentos póstumos prologados con amor por su viuda, tambien poetisa. Sobre cuentos de Carver rodó Robert Altman Vidas Cruzadas, un peliculón que hace años que no veo. ¡Prepárate, Doolittle, que son tres horas!



lunes, 22 de marzo de 2010

Kevin el travieso

Últimamente se le ve poco en cine, volcado como está en sus funciones de director artístico del teatro Old Vic de Londres. Y es una pena, porque Kevin Spacey es uno de los mejores actores del Hollywood actual. Y también es un cachondo. Y si no, aquí está este video. Es una de las magníficas entrevistas que desde hace años se vienen televisando desde el Actor´s Studio en presencia de los estudiantes. En un momento de la entrevista, el presentador informa al público de que Spacey tiene un talento poco conocido: es un gran imitador. A continuación - y aparentemente de forma improvisada - formula preguntas a distintos actores, obligando a Spacey a contestar por cada uno de ellos. Algunas de sus imitaciones no estoy capacitado para apreciarlas (Cristopher Walken en versión original no sé como suena) pero Pacino, Jimmy Stewart, Brando, Katherine Hepburn (¡!) y otros muchos son perfectamente reconocibles incluso solo por el gesto. Me resulta curiosa la cara que se le queda después de cada imitación: Un aire tímido, como de niño travieso disculpándose por su atrevimiento. ¡Me cae bien este tío!


Como este video lo verá mi señor padre, y en ingles no se aplicó mucho en sus años mozos, me permito dejar aquí una pequeña guía de los actores a los que va imitando y el minuto correspondiente del video.


0:40 James Stewart

1:30 Johnny Carson (Como Buenafuente, pero americano y con menos gracia)

2:10 Katherine Hepburn (Sí: Katherine Hepburn)

2:58 Clint Eastwood

3:25 John Guielgud

3:37 Marlon Brando

4:29 Cristopher Walken

5:05 Al Pacino

5:54 Jack Lemmon




martes, 16 de marzo de 2010

No escarmiento

Madrugada del domingo al lunes. Noche de Oscars. Mañana no me esperan en el trabajo. Televisor encendido y, al alcance de la mano, frutos secos, chocolate y coca cola, poniendo de manifiesto que en materia de sustancias excitantes me quedé anclado en los once años. Comienza la gala con los diez nominados a actores principales en el escenario, recibiendo una sonora ovación (al parecer, los secundarios no se merecían el homenaje). Ahora Neil Patrick Harris inicia la gala con un vistoso número musical ¿quiere eso decir que va a ser una gala amena, con meritorios números cómico-musicales? (spoiler: No, no lo fue). Steve Martin y Alec Baldwin descienden de los cielos como en un número de Busby Berkeley y cumplen – solo eso – su función. Ya empieza el asunto: Penélope Cruz (¡qué guapos salimos los bebés del 73!) entrega el Oscar secundario a Christoph Waltz por Malditos Bastardos. Merecidísimo. Una pena que no se puedan dar dos, porque Christopher Plummer lleva cincuenta años haciendo las cosas muy bien, su Leon Tolstoy tiene una pinta estupenda y no parece que vaya a seguir mucho más tiempo en activo. Oscar de Película de Animación para UP, naturalmente, solo sus diez primeros minutos ya merecen un Oscar. Mejor Canción… ¿no las cantan este año? Gana una canción country que tiene una pinta aburreovejas que da miedo. Mejor Guión Original y empiezan a sangrar mis llagas: podía haber ganado Malditos Bastardos - irreverente, juguetón, gozosamente brutal- , o UP – que trasciende los límites de su género y conquista al público adulto – o Un Tipo Serio – que está escrito por los Cohen y con eso ya está todo dicho - , pero gana En tierra Hostil: un guión tan complejo como el de la carta de ajuste. Ahora viene un homenaje larguíiiiisimo a un señor que se ha muerto y cuyo mayor mérito fue producir Solo en Casa. No lo entiendo. Sigue la gala. El corto granaíno La Dama y La Muerte pierde frente a la más tediosa y cansina de sus competidoras. Ahora sale Ben Stiller disfrazado de extraterrestre de Avatar (alguien iba a hacerlo, era ineviteibol) y el malaje de James Cameron finge (mal) que le hace gracia. Ahora toca el Guión Adaptado. Up in the Air y Precious eran mis favoritas, así que bien por Precious. Y seguimos adelante. En un claro desprecio a las viejas glorias (pero ya llegareis a viejos, brillantes productores televisivos) este año los oscars honoríficos no se entregan en la gala, sino en un acto días antes, del que ahora pasan un brevísimo video. Pero, al fin y al cabo, quién es Lauren Bacall para que le dediquen dos minutos de directo en prime time… En fin, seguimos. Robin Williams, ese actor desperdiciado por sí mismo, entrega a Mo’nique el Oscar a actriz secundaria por un papel por el que cualquiera mataría. Ahora dan muchos premios técnicos y de vestuario y esas cosas y salen al escenario muchas estrellitas juveniles que serán barridas por el viento antes de que tengan edad para comprar alcohol y me voy quedando dormido y sueño que vuelvo a ver la horripilante nueva versión de Sherlock Holmes y me despierto aullando y bañado en sudor… y sigue la gala con un video homenaje al cine de terror que mezcla, sin temor a consecuencias penales, El Resplandor con Viernes Trece (claaaaro por esto no le podían dar a Lauren Bacall el Oscar en Directo…¡Malditos Bastardos!). La nieta anoréxica de Demi Moore … ah, no, perdón: Demi Moore herself presenta el video homenaje a los fallecidos este año: Jean Simmons, Jennifer Jones, Karl Malden, un puñado de buenos guionistas de la era dorada, Michael Jackson …¡anda!¿Se ha muerto?... Ahora un número de baile espectacular al son de las bandas sonoras nominadas. Gana UP, yo me alegro y a James Camerón se le va acentuando peligrosamente la cara de vieja desdentada. Película Extranjera: A Almodóvar se le ve sinceramente feliz de leer “El Secreto de sus Ojos” en la tarjeta con el nombre del premiado. Y yo también feliz. Y cualquiera que haya visto esta o cualquier otra película de Campanella. Para el premio a actor principal, cinco colegas glosan los méritos de los cinco actores nominados. Resulta muy emocionante y probablemente lo mejor de la gala, lástima que, de nuevo, los secundarios no merezcan este honor a juicio de los organizadores. Gana Jeff Bridges, consiguiendo así el Oscar casi cuarenta años después de su primera nominación (éste record creo que sólo lo supera Henry Fonda) y refrendando una carrera intachable. Bien por él…Pasa un rato, he debido dormirme de nuevo y he tenido uno de esos sueños absurdos: Sandra Bullock ganaba un Oscar, je, je, qué tontería: Antes lo tendrían Deborah Kerr, Sigourney Weaver, Glen Close, Michelle Pfeiffer y mi vecina del bajo que da de comer o todos los gatos del barrio. Con Mejor Dirección y Mejor Película seré breve: Lo único bueno de que gane la cosa esa hostil es que no gana Avatar, que no he visto y que no creo que vea porque fuentes de toda confianza me aseguran que no es más que “Pocahontas en Pitufolandia. Y Cameron me debe todavía las quinientas pesetas que me timó con Titanic. Y me acuesto de amanecida con dolor de estómago por el atracón de chocolate y por la creciente sospecha de que lo de Sandra Bullock no lo he soñado. Y el año que viene haré lo mismo. No escarmiento.
Un post pelín largo, lo se. Pero mi nuevo portatilillo chiquinino (o Net Book, que dicen los entendidos) es la caña: parece que escribe sólo.

jueves, 25 de febrero de 2010

Amor y Pedagogía

La Cinta Blanca, de Michael Haneke, se desarrolla en un pueblecito alemán unos años antes del inicio de la primera guerra mundial. Comienza con la voz en off de uno de los personajes, que nos dice que quizá los acontecimientos que va a narrar pudieran acaso explicar los derroteros que tomó su país en los años siguientes. En el pueblecito idílico empiezan a sucederse episodios de absurda violencia sin que nadie pueda explicar a qué ni a quién se deben. En una línea, ese es el argumento de la película. Pero hay más: El vasallaje al señor del lugar, la infancia arrasada por una férrea educación exenta de toda ternura, las habladurías como cuarto poder de la pequeña comunidad, la sonrisa que esconde al monstruo... Y todo ello meramente sugerido, dejándolo todo abierto a diversas interpretaciones. Y es que todo en La Cinta Blanca tiene una deliberada contención: el amor carece de pasión, el sexo es frío, la ira se dibuja con un árido blanco y negro.
Buena película, que parece tener todas las papeletas para ganar el Oscar a mejor película de habla no inglesa (aunque uno, modestamente, considera muy superior El Secreto de sus Ojos, y casi cualquier cosa que haya rodado Campanella).
Al recoger alguno de los muchos premios que se está llevando la película, Haneke lo dedicó a los niños que actúan en ella. Viendo escenas como esta se entiende:

domingo, 14 de febrero de 2010

Gravemente ABURRIDA. No debe verse.

Cuando la generación de mis padres iba al cine a ver Gilda o Arroz Amargo se encontraba la siguiente calificación moral: “Gravemente peligrosa. No debe verse”. Desde aquí propongo que en lo sucesivo se haga algo parecido con las películas que atenten contra el más mínimo sentido del entretenimiento, como la que vimos el lunes pasado.

Ya habré mencionado anteriormente la tontería que tengo yo con los Oscars: tengo que ver el mayor número posible de películas nominadas antes de la ceremonia y luego ver la ceremonia en directo y cogerme unos cabreos de no te menees. No sé porqué lo hago. Carencia de alguna vitamina básica para el correcto funcionamiento neuronal, supongo.

El caso es que el otro día convencí a la Señorita Doolitle para ver En Tierra Hostil, película que está nominada a casi todo. De no ser por tanta nominación, no tendría yo demasiado interés en la vida de los desactivadores de bombas norteamericanos en Irak. Y la Señorita Doolitle, que odia minuciosamente al Imperio Yanky, menos todavía. Pero, me dije, algo tendrá el agua cuando la bendicen. Bueno, pues “el agua” no tiene nada. Básicamente la película es una sucesión de desactivaciones de bombas – a quince minutos por bomba menos o menos – alternada con breves momentos de ruda camaradería militar, de esa que estamos hartos de ver en millones de películas. Entiendo las nominaciones técnicas y entiendo la nominación de la directora – las escenas de desactivación están magníficamente planeadas, rodadas y montadas- , pero no es una de las cinco mejores películas de este año (ni de las ciento cinco, caramba), su protagonista no hace una de las cinco mejores interpretaciones del año ( si es por componer tíos duros e irónicos Robert Mitchum debería haber sido nominado setenta veces, y con más merecimiento que este aburrido señor) y definitivamente no es uno de los cinco mejores guiones del año (a ver: NO ES UN GUIÓN). Nota: el cartel está boca abajo a caso hecho. por pesada. Sobre cualquier actividad profesional se puede hacer una película entretenida: la vida de un pescadero puede dar para una película apasionante siempre que no te limites durante ciento veinte minutos a mostrarme una y otra vez al pescadero limpiando boquerones. Pues eso.

Si al truño de película añadimos el asfixiante calor que hacía en la sala (ha vuelto el destape a los cines de Granada, pero ahora es el público el que se despelota para sobrevivir a la calefacción) es fácil comprender que la Señorita Doolittle no estuviera muy contenta con mi propuesta de ocio vespertino: Cuando se hizo la luz en la sala, en un rápido movimiento de muñeca saco sus lunchacos de su bolso Loewe …y es lo ultimo que recuerdo hasta hace un rato que he recuperado el conocimiento.

Y como me niego a poner siquiera el trailer del rollo que vimos el otro día, ahí van dos minutos y medio de “En el estanque dorado”. Porque en esos dos minutos y medio hay más cine que en las innecesarias dos horas de “En tierra hostil”, y porque Henry Fonda era un tío estupendo. Y porque me da la gana.

jueves, 28 de enero de 2010

Volando voy.

Ayer fui con la señorita Doolitle a ver Up In The Air. Tuve que hacerle creer que el prota era Hugh Jackman por que a Clooney no lo traga. Le semana que viene pretendo llevarla a ver Nine, pero por dios que nadie le diga que es un musical. Mi vida es así: pura desazón...
Jasón Reitman hace buenas películas que te invitan a pensar sin adoptar nunca un tono de intelectual plomizo. Sus dos anteriores películas (Gracias Por Fumar y, sobre todo, Juno) son muy recomendables, y Up In The Air, puede que sea aún mejor. Un protagonista perfectamente dibujado se mueve sin descanso por un mundo empresarial global, dedicándose a despedir a los empleados de otros, como un verdugo piadoso. Y le gusta su trabajo, le encanta viajar en avión constantemente. Por que es un tiburón. Y los tiburones se hunden cuando no están en movimiento. Este es el arranque de una historia de amor sin amor, de fría amistad, de firmes principios de barro. Y el Reitman guionista aún tiene tiempo para dar unas pinceladas sobre la cosificación del trabajador, motita prescindible cuando la crisis aprieta. El tiburón Clooney está perfecto en un papel probablemente escrito a medida, e igualmente reseñables son los trabajos de las dos actrices que comparten el peso de la película.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Bogdanovich y James Stewart

Bogdanovich dedica en su libro Las Estrellas de Hollywood uno de los capítulos más extensos y más llenos de afecto personal y admiración profesional a James Stewart. Tuvo ocasión de trabar amistad con el actor y múltiples intentos de trabajar con él (le propuso el protagonista de En el Estanque Dorado unos años antes del Oscar de Henry Fonda – amigo íntimo de Stewart –, pero la cosa no cuajó). Bogdanovich repasa su carrera llena de aciertos, que incluye los títulos más renombrados de los mejores directores de la época (Capra, Ford, Hitchcock, Mann, Preminger…) y hace una defensa – creo que innecesaria – de su talento como actor. En ese sentido, recoge una interesante reflexión que Cary Grant hizo en su madurez sobre su compañero en Historias de Filadelfía: “Jimmy tuvo el mismo impacto en el cine que Marlon Brando varios años después. Tenía la habilidad de hablar con naturalidad. Sabía que, durante una conversación, la gente se interrumpe realmente, y que no siempre es fácil decir lo que uno está pensando. La gente del cine sonoro tardó un tiempo en acostumbrarse a él, pero tuvo un impacto enorme. Y entonces, algunos años después, llegó Marlon e hizo exactamente lo mismo. Pero lo que la gente olvida es que Jimmy lo hizo primero”. Interesante, ¿verdad?

Habla Bogdanovich del cariño que durante décadas profesó el público al actor y de cómo ese cariño podría explicarse con una simple regla de trabajo que Stewart le revelo en una ocasión: “En esta empresa, no puedes tratar al espectador como un cliente, sino como a tu socio”

Stewart participó como piloto de las Fuerzas Aéreas en la segunda guerra mundial, y lo que tuvo que ver y hacer le afectó profundamente, hasta el punto de que se planteó dejar el cine cuando terminase Qué bello es Vivir, su primer compromiso tras la guerra. Empezó a plantearse que el cine se había convertido en una tontería, en algo sin importancia en comparación con lo que había visto, que ser actor no era una profesión útil en el mundo desencantado y súbitamente adulto que siguió al derrocamiento del nazismo. Estas reflexiones llegaron a oídos de Lionel Barrymore, el malo de Qué bello es vivir, que acudió al rescate. “Tengo entendido que quieres dejarlo. Que no crees que la interpretación sea una profesión importante”. “Emmm, bueno… emmm, sí”, balbuceó Stewart empequeñecido por la inmensa autoridad del mítico Barrymore. “Pero no te das cuenta – prosiguió el anciano – de que conmueves a millones de personas, de que das forma a sus vidas, de que les das una razón para elevarse? ¿Qué otra profesión tiene ese poder? Que otra profesión puede ser más importante? Un mal actor es un mal actor, pero un buen actor, jovencito, puede hacer mucho bien. La interpretación es una de las más viejas y nobles profesiones del mundo. No lo olvides”. Por más que las distintas artes narrativas nos quieran convencer de lo contrario, una vida no cambia por una conversación, pero el discurso de Barrymore debió tener cierto efecto en la decisión final de Stewart de seguir en el cine…¡y cómo!





Barrymore, Stewart y la más vieja y noble profesión del mundo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Mi Querido Señor

Se muere López Vázquez y uno tuerce el gesto con un leve pesar, como cuando muere un vecino agradable o aquel tipo simpático que saludábamos sin pararnos al encontrarlo en la calle. Se muere López Vázquez y uno piensa que qué pena, tan joven, porque parece que los actores de cine no tuvieran derecho a envejecer y morirse. Para eso estamos los demás. López Vázquez habitó imágenes que conserva en el recuerdo todo el que ha visto cine en los últimos cincuenta años. En Inglaterra sería Lord, en Francia sería nombrado Caballero, aquí, desde las tres de la tarde, todas las televisiones lo han puesto, una vez más, a correr detrás de una sueca en bikini. País.

Empezó siendo figurinista y ayudante de dirección, luego fue actor en el Teatro Español (tengo una foto suya, jovencísimo, haciendo del Fantasma de las Navidades Pasadas en El Anticuario, versión del Cuento de Navidad de Dickens. A ver si la escaneo…) y luego pasó al cine como actor cómico. Años después, como a otros grandes (Lemmon, Landa…), le pasó que algún director le pidió que se pusiera serio y, como siempre que el payaso llora, el resultado fue sobrecogedor.
López Vazquez, de blanco, con Rodero en el centro
y el tercer fantasma del cuento. Era 1950.
En la vejez, ya con todo hecho, volvió al teatro. Por aquí abajo pasó un par de veces con sendas obritas insustanciales que fui a ver porque era López Vázquez y uno a López Vázquez tenía que verlo. En escena no hacía nada especial: Dejarse querer por un público rendido y regalarles cuatro tics y cuatro inflexiones de voz conocidas como una vieja canción. Pero era López Vázquez.

He buscado sin éxito algún video de Mi Querida Señorita, la delicada extravagancia de Jaime de Armiñan en la que López Vázquez, maestro de la tragicomedia, interpreta a una señora que cerca de los cincuenta años descubre un día que es un hombre. Recomiendo encarecidamente esta rareza exquisita.


Sí he encontrado sin dificultad uno de sus momentos inolvidables de Atraco a las Tres: "Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo…"



miércoles, 7 de octubre de 2009

Bogdanovich y Montgomery Clift

Me he regalado el espléndido libro Las Estrellas de Hollywood de Peter Bogdanovich (me gusta más el título original “Who the Hell’s in it”, algo así como “¿Quién demonios salía?”). Bogdánovich repasa sus experiencias personales con grandes estrellas del Hollywood clásico y, por tanto, nos están todos los que son ni son todos los que están: Son, simplemente, aquellos con los que Bogdanovich tuvo alguna relación, ya sea de años o de minutos. Es un texto sentido y nostálgico (Bogdanovich viene a ser como Garci: carrera de director herida de muerte, pero respetadísimo como estudioso de cine clásico), lleno de anécdotas vividas en primer persona. El breve capítulo dedicado a Montgomery Clift cuenta con afecto la única vez que Bogdanovich lo trató personalmente y es, desde luego, una historia digna de ser contada.

Puede decirse que Clift fue la primera estrella de Hollywood proveniente del famoso Método. Empieza su carrera unos años antes que Brando, y prefigura a actores como el sobrevalorado James Dean y el imprescindible Paul Newman. Sin perjuicio de ser un magnífico actor, es claro que buena parte del éxito de Clift se debió a su belleza, que le convirtió en los primeros años de su carrera en ídolo de adolescentes. Como es sabido, Clift sufrió un espeluznante accidente de tráfico en medio del rodaje de El Árbol de la Vida que le desfiguró salvajemente el rostro. Los médicos consiguieron dejarlo casi como antes, pero ese “casi” irrecuperable se llevó toda su adorada belleza. La película siguió rodándose y se estrenó con tomas anteriores y posteriores al accidente. Aún hoy resulta estremecedor ver El Arbol de la Vida, en la que parece que el mismo papel esté interpretado por dos hermanos: el guapo y el normalito. Las secuelas del accidente, unidas a su crecientes problemas personales (las drogas, la angustia que le generaba tener que ocultar su homosexualidad...) le llevaron cuesta abajo hasta su muerte en 1966, con tan solo 46 años.

Clift, antes y después.

Bogdánovich en los primeros años sesenta trabajaba en un cine dedicado a proyecciones especiales de homenaje con la asistencia de los actores o directores homenajeados. Con motivo de la proyección de “Yo Confieso”, de Hitchcock, asistió Montgomery Clift, protagonista de la cinta. La película es anterior al accidente, y allí estaba ese hombrecillo nervioso asistiendo a la proyección de aquella película protagonizada por un joven de rasgos perfectos con el que guardaba un cierto parecido.

El joven Bogdanovich, vio como a mitad de proyección Clift se levantaba de su asiento y se dirigía al vestíbulo a fumar un cigarrillo. Lo siguió, le dijo que trabajaba en aquel cine y que le gustaba mucho esa película y su trabajo en ella. Clift parecía no escucharlo. Sus manos retorcían un pañuelo y sus ojos, alterados, parecían mirar muy lejos. Bogdanovich le oyó mascullar “Es duro... Sí, es muy duro, chico” y el joven entendió a qué se estaba refiriendo. Entonces Bogdanovich tuvo una inspiración: “Señor Clift, me gustaría mucho que viera una cosa – dijo, mientras lo conducía hacía una mesa del vestíbulo en la que había un gran libro – Verá, hemos puesto este libro para que el público nos sugiera qué películas cree que deberíamos proyectar. Y mire esto...” Clift atendía amablemente pero sin demasiado interés al joven hasta que leyó lo que Bogdánovich le mostraba: alguien, con grandes y terminantes letras, había escrito en el libro: CUALQUIERA DE MONTGOMERY CLIFT. Al rostro prematuramente envejecido del actor asomó una pálida sonrisa y sus ojos se humedecieron. Balbuceó un escueto agradecimiento y corrió a esconder su emoción en la seguridad de la sala oscura, dejando a Bogdanovich en el vestíbulo desierto.

De “From here to Eternity”, una de las escenas más recordadas, con las lágrimas de Clift, como las que pudo ver Bogdanovich unos años después.






jueves, 24 de septiembre de 2009

La Visita que no tocó el timbre

Madame Blanche Du Mendì es mujer de variados talentos. Baste recordar ahora su habilidad para el regateo en zocos orientales, los varios premios de taxidermia en su haber, el perfecto equilibrio con que luce su mantilla en las múltiples estaciones de penitencia en las que procesiona con virginal recogimiento, o la pasión con que se entrega al coleccionismo de calendarios de bomberos semidesnudos.

Madame Du Mendì (septima por la izquierda) con unas amigas. La Señorita Doolitle, de ejercicios espirituales, no pudo asistir.



Pero sin duda uno de sus mayores talentos es el de recomendar, siempre con acierto, libros y películas. La otra noche tuvimos ocasión de ver The Visitor, una de sus últimas recomendaciones. Escrita y dirigida por Thomas Mcarthy, un tipo sensible e inteligente (de su anterior película, Vias Cruzadas, otra pequeña joya, ya hemos hablado por aquí: http://ingeniodelaescalera.blogspot.com/2008/09/peliculas-pequeas-talento-grande.html) que sabe contar historias, cosa que poca gente del cine sabe hacer, pese a que el cine debe ser eso: contar historias.
Del argumento The Visitor es mejor no contar demasiado, pero trata de la improbable amistad entre un taciturno profesor de universidad y un inmigrante sin papeles, trata del hastío de la soledad, de la necesidad de ser útil para sentirse vivo, de la ilusión por cambiar tu vida para mejor – siempre que el departamento de inmigración lo consienta-, del amor que llega cuando ya no se le espera… en fin, naderías.
La película descansa sobre las espaldas de Richard Jenkins, un actor secundario de toda la vida (esacaramesuena…) que, con una asombrosa sutileza y economía de medios (no puedo evitar acordarme de Spencer Tracy), compone un delicioso personaje cuyo corazón ves palpitar desde la primera escena.
Como ya no está en los cines, tendréis que alquilarla en el videoclub o pedirle una copia pirata a Gonzalez-Sinde.
Cualquier trailer de los que rondan por Internet te cuenta la película entera, estás avisado. Así que dejo este divertido fragmento que no cuenta nada, aunque la sonrisa del Sr. Jenkins lo dice todo.




viernes, 21 de agosto de 2009

Alfredo, el Seguro.

Puede que a estas alturas pase del centenar el número de biografías/autobiografías que llevo leídas de actores, directores y animales de similar especie. Y de todas ellas, la de Alfredo Landa es de las más amenas. Está escrita por Marcos Ordóñez intentando - y consiguiendo – imitar la atropellada, vehemente y apasionada primera persona del singular que todos hemos visto de Landa en entrevistas y declaraciones públicas. Landa dicta sus memorias rondando los setenta y cinco años, retirado por convencimiento y satisfecho de su carrera. Landa no necesita ser modesto y refiere con esforzada sinceridad tanto sus aciertos como sus errores, no pide perdón por decir que está muy bien en Los Santos Inocentes o Canción de Cuna, porque páginas atrás no ha tenido problema en ponerse a caer de un burro en Polvos Mágicos o Los Días de Cabirio. Se autodefine como un hombre de mucho carácter (“Navarro”, dice él, como explicándolo todo) que ha tenido broncas monumentales con media profesión. Algunas han terminado bien y otras aún no han terminado.

Es en ese aspecto, en reseñar trifulcas o aspectos oscuros de sus compañeros, donde el libro comienza a dar pudor. Todo el mundo tiene amistades férreas y férreas enemistades. Y Landa más férreas todavía (por lo de ser navarro, vaya). Así que está en su derecho de tener en los altares a Bódalo o a Ferrandis o de decir que se parte la cara con cualquiera que se meta con Sacristán, y también está en su derecho de seguir ciscándose en los calostros de Jose Luis Dibildos por hacerle firmar un contrato leonino que lo tuvo persiguiendo suecas por cuatro duros durante casi una década. Pero lo que da pudor al lector ( a este pudoroso lector, al menos) son el resto de casos, los que no son ni amores ni odios pero ahora voy y cuento algo muy feo, u oscuro, o escandaloso de éste compañero de profesión. Uno es tan cotilla como el que más, y me gusta una anécdota jugosa del mundo de la farándula más que rascarme una pupa, pero uno se pregunta si era realmente necesario contar tal o cual anécdota que solo sirve para dejar caer una mancha sobre alguien del que acto seguido -por lo general - afirma que es o era un gran profesional y un tío estupendo. Pues si es un gran profesional y un tío/tía estupendo/a a lo mejor no se merece que hagas saber a todo el mundo, treinta o cuarenta años después, que te hizo una marranada para intentar quitarte un papel, o que se casó con un imbecil que le destrozó la vida, o que se arruinó la carrera por culpa de las drogas o que te propuso hacer un menage a trois (esto último, por cierto, lo cuenta de una respetada actriz actualmente octogenaria. ¡Epatante!). Puede que el exceso de sinceridad sea un defecto.

Tiene también el libro de Landa interesantes reflexiones sobre el arte de la interpretación, sobre todo las páginas que dedica a explicar cómo construyó a Paco el Bajo, el de Los Santos Inocentes. Se confiesa de la escuela de James Cagney, que resumia todos los mandamientos en uno: “Colócate en tus marcas, mira al otro a los ojos y di la verdad”. Y verdad hay en los ojos de Landa en todos los buenos trabajos que deja a sus espaldas.
No debió de serle facil zafarse de las suecas y del destape para conseguir que lo más recordado sea el Bosque Animado, o Los Santos Inocentes, o cualquiera de sus trabajos para Garci (en muchos casos, lo único bueno de la película) o el mejor Sancho Panza que se ha hecho hasta la fecha. Y es que Alfredo Landa - la obviedad fatiga – es de lo mejor que le ha pasado al cine español. Pese a las suecas. Pese a que últimamente se coma los morros con jimenez losantos (así, en minúscula). Y pese a que a la vejez se haya vuelto un bocazas (navarro, dice él).

Cinco minutos de Paco el Bajo y su señorito. Sobran las palabras:

domingo, 9 de agosto de 2009

Disciplina Francesa

Después de intentar poner el dvd de Cinema Paradiso que regalaron con El Mundo hace cinco años y descubrir que estaba defectuoso (¡Me las pagarás, PedroJotaCalvorota!), la Señorita Doolitle y yo nos animamos a ver Los Cuatrocientos Golpes... Ya sé, ya sé lo que estás pensando, Desocupado Lector: “Pero, ¿cómo? ¿El pedante este, que se las da de entendido, todavía no había visto Los Cuatrocientos Golpes, una de las grandes obras del cine universal?”. Pues te diré (además de que para pedante tú) que, efectivamente, mis tradicionales reticencias hacia el cine francés habían hecho que hasta la fecha lo más que conociera de Truffaut fuera su participación en Encuentros en la Tercera Fase y (semiolvidadas en un nebulosa infantil) La Noche Americana y una película sobre un niño salvaje que ahora mismo no se cómo se llama.
Bueno, el caso es que la otra noche vimos Los Cuatrocientos Golpes y, aunque aún no tengo claro porqué es una de las obras capitales de la historia del cine, lo que es cierto es que es una muy buena película, hecha con inteligencia y sensibilidad. Bajo una historia sencilla (las vivencias de un niño rebelde, sus problemas en casa y en la escuela) laten cuestiones de hondo calado. Aparentemente de pasada, la película habla de niños tristes que están de más en todas partes, de las estupideces del sistema educativo, de madres que no quieren a sus hijos… Internet está plagado de páginas que hablan de Truffaut y, especialmente, de esta película, así que cualquier cosa que añada sobre sus valores estaría copiada (y, además, recien aprendida).
Una curiosidad que me encanta y que no recuerdo que tenga parangón en la historia del cine: para interpretar al niño protagonista Truffaut eligió a Jean-Pierre Léaud, un chico de trece años que apenas había hecho cine. Y el director debió quedar contento, porque dedicó otras cuatro películas más a contar las andanzas de Antoine Doinel con el mismo actor de protagonista, que va madurando en pantalla al mismo tiempo que su personaje. Esto, junto al hecho de que la historia de Doinel contiene ciertas referencias a la propia vida de Truffaut, hacen muy interesante el visionado completo del ciclo. En las fotos siguientes, Leaud en las cinco películas sobre Doinel : Los Cuatrocientos Golpes(1959), El Amor a los Veinte Años(1962), Besos Robados(1968), Domicilio Conyugal (1970) y El Amor en Fuga(1978).



Por todo lo expuesto, hemos inaugurado el Ciclo Francois Truffaut a celebrar durante las próximas semanas. Bueno, la señorita Doolitle todavía no lo sabe, y no se cómo se lo va a tomar. Es que, sí, Los Cuatrocientos Golpes le gustó mucho pero, claro, al principio, por el título, pensó que era una peli de su adorado Bud Spencer. Yo no me atreví a sacarla de su error y se pasó la primera media hora mascullando “¿pero aquí cuando empiezan a repartir sopapos?"

Una escena simpática de la película: para captar las reacciones naturales de unos niños viendo marionetas Truffaut ocultó la cámara debajo del escenario:







Y una pequeña nota de humor: El profesor de gimnasia saca a la clase a correr por las calles de Paris y…






martes, 28 de julio de 2009

Poetry in Motion

Porque a la Señorita Doolitle le gusta verlos cantar y bailar, y porque el mundo debe saber de quienes aprendieron Varisnikov y Placido Domingo todo lo que saben, aquí están de nuevo Stan y Ollie derrochando talento



Y este ya lo subí hace tiempo, pero una vez no es suficiente:

lunes, 27 de julio de 2009

Agitando la corbata

Encuentro este curioso video casero en Youtube. En 1956 Stan Laurel sufrió un ataque al corazón – después vendrían más – y Oliver Hardy, también muy enfermo por entonces, fue a visitarlo a su casa. Por si no se le reconoce, Hardy es el señor con camiseta roja que ocupa como la mitad del Hardy que conocemos de toda la vida. Moriría al año siguiente. Laurel aún le sobrevivió unos pocos años, pero en mal estado. En el video se puede ver que Laurel anda con dificultad, apoyándose en los demás. Es un video tierno y triste.

Pero si algo es seguro, es que esta pareja no quiso nunca ponernos tristes. Tenían muy claro que la risa es contagiosa. A ver si eres capaz de aguantar la risa:

Es una lata el trabajar

Se acabaron las minivacaciones. Maldición. Necesito unas palabritas de ánimo para volver al trabajo:

Bueno, la arenga ha funcionado a medias: Sigo sin querer volver al trabajo pero, ¡qué ganas de matar franceses me han entrado!

domingo, 26 de julio de 2009

El Cincuenta por Ciento

En el magnífico blog Friki Pero Poco (que recomiendo desde aquí a todos los que somos friquis, pero poco) encuentro este avance del documental Voces en Imágenes, sobre los actores de doblaje españoles. Es curiosa (y lamentable, porque parece tener fundamento) la reflexión que hacen todos ellos de que su trabajo está infravalorado. Personalmente me dan igual las razones histórico-políticas que hicieron de España uno de los pocos países donde el cine se dobla por sistema. Sólo estaría en contra del doblaje si fuera un trabajo mal hecho. Pero como, salvo en rarísimas excepciones, el doblaje español es en sí un arte, me parece una memez querer acabar con él aduciendo las más peregrinas razones. Ya había oído lo que se dice en el documental de que si en España no se doblara el cine extranjero, la gente vería más cine español. Sí, seguro: ya estoy viendo yo a trescientos adolescentes ante la puerta de los multicines decidiendo no ver La Jungla de Cristal porque esta subtitulada y entrando en estampida a la sala contigua para ver el último coñazo de Vicente Aranda.
Es cierto que sólo se puede apreciar la calidad real (buena o mala) de una película viéndola en su idioma original, pero eso no impide que ver la película doblada sea una experiencia igual de gratificante (y, en ocasiones, más). Por otra parte, si a actores como Keanu Reeves no lo hemos matao a pedradas la primera vez que vino a España es porque hay un actor de doblaje que le salva de una tunda que ríete tú de la batalla de Bailén.
El video que cuelgo puede servir tambien para jugar a descubrir voces. Es fácil localizar a De Niro o a Anthony Hopkins, pero están también Bette Davis, Woody Allen, el Sr. Burns o (para deleite de PerroLocoAtacando) el Doctor Fraser Crane.
El caso es que el documental me parece la mar de interesante. Por ello desde aquí pido a la Ministra de Cultura que haga un podé para que lo emitan por TVE para así verlo completo. Pero si lo ve usted muy difícil, pues me lo bajo del emule y tan amigos…