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domingo, 29 de julio de 2012

El Síndrome de Popescu

Lissandro Popescu
Confieso que no pocas veces siento la envidia del provinciano por el inmediato acceso que en Madrid o Barcelona tienen a espectáculos de primer nivel (estoy pensando en el montaje de Follies, del Español, que no iba a venir de gira por Granada aunque el bueno de Mario Gas no hubiera sido destituido por sus problemas con la Botella). Pero, mira por donde, de vez en cuando Granada se convierte en capital teatral de primer orden y me imagino envidiado por los pobres madrileños que no pueden ver el gran montaje que yo tengo al lado de casa. Sí, de vez en cuando: al menos cada vez que hay un estreno de Lavi e Bel.  Tres espectáculos consecutivos de matrícula de honor sólo los hace esta gente. Cabaret Liquido  y  La Barraca del Zurdo se ganaron mi admiración y mi futuro interés por esta compañía, pero el Cabaret Popescu me convierte en irredento admirador, ciego prosélito y, si hace falta,  violento defensor  de este manantial inagotable de talento. Y que conste que estoy siendo objetivo.

La Chana Popescu, Juan Parejo Popescu y Anyolí Popescu
En Cabaret Popescu, Lavi e Bel rescata números y personajes de los montajes anteriores para hacer algo distinto, entre otras cosas porque ahora tú eres parte del espectáculo. No por haber visto Cabaret Líquido has visto Cabaret Popescu: Hay mucha diferencia entre un refrito y un Renacimiento.

Roberto Popescu
El espectador desprevenido, mientras le pican su entrada, va con la idea de que tras la cena viene la función, pero la función, amigo mío, ya ha comenzado, la fábrica de personajes está a pleno rendimiento: porteños bravucones, delirantes artistas “de Lusssena”, locazas adorables, percusionistas aflamencados procedentes de otra galaxia y tiernas jorobaditas  te reciben con besos y abrazos, te llevan a tu mesa, te preguntan por la salud, te hacen mimitos y te traen comida. La trouppe revolotea entre las mesas mientras la gente se acomoda y te convierte en parte del espectáculo, te invita a jugar y juegas. Y entre plato y plato, se van sucediendo los números. Como la sorpresa es gran parte de la gracia, prefiero no contar nada del contenido. Sí puedo decir, porque es algo que sabe todo el que haya visto los espectáculos anteriores, que los miembros del reparto, todos, emplazan en la perfección su talento para este género y que el responsable de todo esto (que andaba por allí, discretamente, entre las mesas) ha creado un estilo de espectáculo propio, encantador y divertidísimo, que merece no un premio Max, sino uno por año. No se puede hacer mejor.
EL Kiki Popescu

Y así más de cuatro horas pasan en unos minutos. Y el espectador, al terminar, desarrolla algo parecido al Síndrome de Estocolmo, pero distinto. El Síndrome de Popescu: Cuando termina el espectáculo nadie te retiene, pero no te quieres ir, porque sientes que no hay mejor plan que quedarse a vivir siempre con esta panda de locos arrebatadores.

Desde el jueves, la Señorita Doolittle va por la casa cantando por Gardel y Cole Porter, andando a lo egipcio, haciendo ruiditos de radio vieja y soplando en una botella. Dice que no piensa parar hasta que volvamos al Popescu. Tendremos que volver.

lunes, 14 de febrero de 2011

El humo ciega tus ojos

Hoy publica El País que los responsables del musical Hair, que se representa en Barcelona, han sido amonestados porque los actores fuman en escena. Hace unos días, hablando con una actriz de las muchas buenas que da esta tierra, surgió la duda sobre si la última reforma legal impediría incluir cigarros encendidos en los montajes teatrales. Yo me posicioné rápidamente con una sonrisa de suficiencia: “No, mujer, no puede ser. Eso sería como detener por escándalo público a los actores que hagan un desnudo en escena. O como si a Montserrat Caballé le miden los decibelios por si supera los niveles de ruido permitidos por la Ley. Sería absurdo” Bueno, pues hoy, dejando de lado la lógica jurídica y cogiendo el BOE, descubro que yo estaba equivocado. Prohibir que un actor, por exigencias del libreto - que en determinados casos son exigencias indispensables para dar realismo histórico o sociológico a lo que se está representando - , encienda un cigarrillo en escena es Ley. Es absurdo, pero es legal. A continuación, el rollo jurídico:

"" Artículo 7.- Prohibición de fumar

Se prohíbe fumar, además de en aquellos lugares o espacios definidos en la normativa de las Comunidades Autónomas, en:

a) Centros de trabajo públicos y privados, salvo en los espacios al aire libre.

(...)

v) Salas de teatro, cine y otros espectáculos públicos que se realizan en espacios cerrados.””

Es absurdo, pero sí: Si fumas en escena, de acuerdo con el artículo siete de la ley, tal como queda redactada tras la reforma, el actor estaría conculcando los apartados a y v del artículo 7. Incluso (esto es interpretación mía, ya puestos a nadar en el más absoluto desquiciamiento) el empresario o el director estaría forzando a fumar a sus trabajadores, lo cual supongo que estará aún más castigado. Esto es una imbecilidad, y lo digo como convencido no fumador.


Es cierto que el problema tiene una solución fácil: Fingir la acción, fumar cigarrillos especiales, que no contengan tabaco, pero que tengan una combustión semejante a los cigarrillos de verdad, del mismo modo que cuando el personaje bebe whisky el actor bebe té o agua tintada (bueno, hay actores que exigen que sea whisky de verdad, y del bueno, pero eso es otra cuestión). Imagino que esto hará tiempo que se viene haciendo. Estos días en el Teatro Español de Madrid, el elenco de Un Tranvía Llamado Deseo fuma – y mucho – en escena, así que tengo que suponer que es falso tabaco.

Nunca he fumado. No me gusta que mi casa huela a tabaco. Y odiaba tener que meter toda la ropa en la lavadora después de pasar un rato en un bar. Pero en los lugares públicos nunca me ha molestado especialmente el humo de los demás, salvo cuando el ambiente se recargaba demasiado. Si sólo pienso en mí, estoy encantado con la nueva ley: las pocas molestias que me causaba el humo de los demás han desaparecido. Pero si pienso en la colectividad, en el conjunto de derechos en colisión en este asunto, me surgen dudas sobre la perfección de la norma. No sé si ha legislado en exceso. Siempre es igual: si no nos quedamos cortos es porque nos hemos pasado.


Y volviendo al teatro, ya que el legislador se ha preocupado tanto de los efectos nocivos que puedan tener cuatro, cinco, diez cigarrillos consumidos en un lapso de dos horas ante cientos de personas en un espacio de varios cientos de metros cuadrados, ¿por qué no legisla contra el humo ese de las narices para hacer niebla falsa de teatro, que se parece tanto a la niebla como yo a Brad Pitt, con el molesto ruido silbante de su maquinaria y su aún más molesto olor entre crematorio y fogata de vertedero, y que hace toser a los de las primeras filas más que una novicia en un fumadero de opio?


Y todo esto justo ahora que Sara Montiel va a hacer su regreso triunfal a los escenarios con su espectáculo “Mascando chicle de nicotina espero/ al hombre que yo quiero”. Mecachis.

sábado, 13 de noviembre de 2010

¡Que le corten la cabeza!

“ ... Y dijo el Sentido Común: Todos estos mandamientos teatrales se resumen en uno: No aburrirás al prójimo” Poco de este catecismo (que, vale, me acabo de inventar) conocen los responsables de la versión de María Estuardo de Schiller que padecimos la otra noche en el teatro Alhambra. No sería justo no valorar el trabajo de algunos de los actores de la compañía – no todos - y el buen planteamiento escenográfico, sencillo y efectivo. Pero, al margen de eso, se queda uno con la duda de a qué viene tomarse el trabajo de montar este espectáculo, porque lo que al parecer es lo único que se quiere contar (que el poder corrompe, que la política atrae a las alimañas y tal) queda claro en cosa de diez minutos, y los interminables noventa restantes es solo dar golpes en el mismo yunque. La modernización visual de la corte Isabelina, si bien responde al deseo de abaratar costes, permite el interesante juego de las cámaras de video y las proyecciones al fondo del escenario. Pero hay moderneces que no y que no: ¿Cuando dramatúrgicamente me viene bien hago que los personajes se comuniquen graves cuestiones de Estado por carta manuscrita que tarda semanas en llegar, y al rato, porque también me viene bien, les hago salir con una grabadora digital en el bolsillo? ¡Venga, hombre! Otra: dos caballeros discutiendo de alta política de repente se agarran y comienzan a bailar un tango mientras siguen su conversación. Son esas pequeñas cosas que hacen que el espectador desee estar en el dentista en lugar de en su butaca. El video de la obra es mejor que la propia obra. Curioso.

martes, 26 de octubre de 2010

La Balada del Lanzador de Cuchillos

Acompañados por la siempre grata presencia del Vizconde de Aixa Bindt, la señorita Doolitte y yo estrenamos el abono del Teatro Alhambra a lo grande... y con assento granaíno.

Me dicen lenguas autorizadas que el programa de este año del Teatro Alhambra se ha visto resentido por la crisis, de forma que la habitual presencia del CDN, la Abadía, El Español y otros nombres de fuste ha sido sustituida por compañías locales y regionales más baratas, aunque no necesariamente peores. Y si hay una compañía local que, bregando con todas las dificultades de una empresa privada, le moja la oreja a euromillonarias compañías públicas y privadas, es Lavi e Bel. Los ganadores del premio Max por “Cabaret Líquido”, estrenan este en año en casa “La Barraca del Zurdo”.

La obra cuenta la historia (¿Apócrifa? Me aseguran que no, pero no sé si creérmelo.) de la Trouppe de El Zurdo, un lanzador de cuchillos, y su amada Aurora, padres, abuelos y bisabuelos de artistas de circo y variedades. La historia de los cien años de esta familia sirve para contar la historia de la España del siglo XX vista desde un carromato de feria: la República, las Misiones Pedagógicas, la guerra civil, Lorca, el exilio, más guerra en Europa, los brazos abiertos de Iberoamérica, el retorno del exiliado. Una historia llena de lágrimas bajo el maquillaje.

Si Cabaret Líquido era un montaje esencialmente cómico, La Barraca del Zurdo opta sin complejos por la emoción, por cogerte desprevenido el pellizco. Y lo consigue con un buen texto y un director que sabe cuanto bueno puede exigir de cuatro actores, que cantan y bailan y componen tipos a velocidad de vértigo, intercambiando personajes entre sí como malabaristas que se cruzan bolos, lanzando al patio de butacas puñales de buen teatro que siempre dan en el blanco.

Especialmente memorables son las escenas de dos personajes duplicadas, pero interpretadas de forma sutilmente distinta, por los cuatro actores, las escenas de cuatro personajes en las que éstos van saltando de un actor a otro, y la escena del abrazo a los abuelos, en la que un mismo actor interpreta a abuelo y nieto, solo con ponerse a medias un abrigo.

Puede que la crisis haya quitado relumbrón al programa del Teatro Alhambra, pero con compañías como Lavi e Bel no necesito grandes divos de Madrid o Barcelona para comprobar lo que aleja la palabra lanzada por una mano diestra, los saltos mortales que puede dar el corazón del público sin moverse del asiento o cuánta vida puede haber en la manga de un viejo abrigo.

martes, 18 de mayo de 2010

La Reina Virgen

La otra noche la Señorita Doolitle y un servidor vimos en el teatro Alhambra La reina de belleza de Leenane, de Martin McDonagh. La pieza es exponente, según explica el programa, del llamado “Teatro de la Crueldad”, corriente que no tenia yo el gusto de conocer y que encantado de conocerla, oiga. La antigua Reina de la Belleza de un perdido pueblo irlandes se aja junto a una madre diabólica y absorbente cuando un posible amor se cruza en su camino. Un texto duro, brutal a veces, sobre relaciones familiares de pesadilla, oportunidades perdidas y pozos de los que es imposible salir. Y eso que leo en internet que este es uno de los textos más suaves del autor (que es por cierto el director de la estupenda película Escondidos en Brujas). El texto es bueno, muy bueno. Consigue meter al público en situación, y allí nos tienes a todos, como niños viendo chacolines, queriendo avisar a la heroína de la inminencia de la tragedia.
El montaje es de la Compañía de Gloria López, la misma compañía que trajo hace unos años un digno montaje de El Pelo de la Dehesa. A esta Reina de la Belleza se le perdona fácilmente la excesiva modestia de la escenografía por el notable esfuerzo en la interpretación. Quizá hay momentos en que el texto es más grande que los actores que lo interpretan, pero estos pelean sin descanso para estar a la altura, y prefiero ver a un actor modesto dejándose la piel que a un genio desganado limitándose a tirar el texto en provincias.

Algo que no me gustó - y que tiene fácil arreglo - es el acento andaluz (sevillano concretamente) que imprimen a los personajes en determinados momentos. Supongo que trata de transmitir la idea de que son personajes de habla popular, pero resulta extraño, distanciador, oir a los habitantes de un deprimido pueblecito irlandés hablar con acento de Dos Hermanas. De ser válido este mecanismo, podrían sonar con acento gallego o vasco o de donde procediera la compañía que monte la obra. No. Lo siento, pero no. Al margen de eso – que a lo mejor es una tontería mía – es un espectáculo digno de verse, montado por una compañía con mucho coraje.

lunes, 22 de marzo de 2010

Kevin el travieso

Últimamente se le ve poco en cine, volcado como está en sus funciones de director artístico del teatro Old Vic de Londres. Y es una pena, porque Kevin Spacey es uno de los mejores actores del Hollywood actual. Y también es un cachondo. Y si no, aquí está este video. Es una de las magníficas entrevistas que desde hace años se vienen televisando desde el Actor´s Studio en presencia de los estudiantes. En un momento de la entrevista, el presentador informa al público de que Spacey tiene un talento poco conocido: es un gran imitador. A continuación - y aparentemente de forma improvisada - formula preguntas a distintos actores, obligando a Spacey a contestar por cada uno de ellos. Algunas de sus imitaciones no estoy capacitado para apreciarlas (Cristopher Walken en versión original no sé como suena) pero Pacino, Jimmy Stewart, Brando, Katherine Hepburn (¡!) y otros muchos son perfectamente reconocibles incluso solo por el gesto. Me resulta curiosa la cara que se le queda después de cada imitación: Un aire tímido, como de niño travieso disculpándose por su atrevimiento. ¡Me cae bien este tío!


Como este video lo verá mi señor padre, y en ingles no se aplicó mucho en sus años mozos, me permito dejar aquí una pequeña guía de los actores a los que va imitando y el minuto correspondiente del video.


0:40 James Stewart

1:30 Johnny Carson (Como Buenafuente, pero americano y con menos gracia)

2:10 Katherine Hepburn (Sí: Katherine Hepburn)

2:58 Clint Eastwood

3:25 John Guielgud

3:37 Marlon Brando

4:29 Cristopher Walken

5:05 Al Pacino

5:54 Jack Lemmon




miércoles, 17 de marzo de 2010

Pedestal abajo

En esta tierra asolada por las obras del metro sufrimos con paciencia franciscana todo tipo de adaptaciones, versiones libres y obras supuestamente inspiradas en la producción de García Lorca. Y los herederos de Lorca, animalicos, con el brazo hipertrofiado de darle a la palanca de la caja registradora. La idea es más o menos la siguiente: pongamos que eres coreógrafo de danza moderna, ideas un espectáculo, lo planeas bien todo, la coreografía, el vestuario y tal. Y ahora coges y le pides permiso a la sobrina de Lorca (lease, pagas a la SGAE) para que el espectáculo – que nada tiene que ver con Lorca – se llame, no sé, “El Lagarto y la Lagarta: Lamento Lorquiano”. Y luego vas a la Consejería de Cultura a contarles la idea, ellos se quedan sólo con lo de “Lorquiano” y te subvencionan el espectáculo y te tiras con él todo un verano actuando en la Alhambra y luego el otoño en el Lope de Vega de Sevilla y luego lo que caiga. Y en las entrevistas tienes que decir que Lorca te ha influenciado un güebo para idear el espectáculo y que el romance del Lagarto y la Lagarta es claramente premonitorio del conflicto armado y blablabla. Mientras tanto, unos alumnos de secundaria quieren hacer Bodas de Sangre (en versión antigua, osea, el texto y eso) y cobrar entrada en el teatrillo del instituto para pagarse el viaje de estudios y no pueden porque la SGAE les exige pagar derechos. Y Lorca, en su fosa de Viznar, maldice a sus herederos. Estoy seguro.
Por eso uno, malpensao, acude con miedo a ver cualquier Lorca: porque no es seguro que uno acabe viendo un Lorca. Eso no pasa - lo digo clarito antes de que le meta algún que otro palo - con el Bodas de Sangre del Centro Andaluz de Teatro y el Centro Dramático Nacional. Es una versión respetuosa, integra (supongo) y que no cae en la manía insufrible del “mira lo que he hecho con esta obra tan conocida, ¿a que ya no la conoce ni la madre que la parió?”. No, José Carlos Plaza no pretende ser mejor que Lorca, así que, nada más que por esa actitud, agradecido. Opta por la sobriedad en escenografía y vestuario, con colores grises y terrosos, inspirados por los secarrales en los que se desarrolla la trama. La fiesta de la boda, con coreografía de Cristina Hoyos, resulta al tiempo lírica y creíble. No me gusta la solución encontrada para el romance de la luna: escuchar un cedé de Ana Belén mientras un tío disfrazado de Gusiluz repta por una viga resulta raro, raro, y mientras te dices “raro, raro” toda tu predisposición a la poesía acaba en la moqueta. Lo peor del montaje afecta a uno de sus pilares principales: la madre. Consuelo Trujillo, a la que no creo haber visto ningún trabajo anterior, deja claro con su interpretación que es una actriz formidable. Eso no tiene discusión. Pero no quita para que la concepción del personaje sea – en mi modesta opinión – errónea. No sé si la culpa es de la actriz, del director o de los dos, pero no puedes interpretar a Lorca como si fuera Sófocles. La madre de Bodas de Sangre no es Medea: No se puede interpretar a Lorca desde lo alto de un pedestal de patetismo, sino pedestal abajo, con los pies y la cara y la voz llena de tierra. En la criada de la novia, pongo por caso, sí pudimos ver a una mujer lorquiana, real y poética al mismo tiempo. En la madre del novio, no. Y luego está el actor que hacía de Leonardo, el enamorado de la novia, actor que debe ser muy bueno. Muy bueno moralmente, quiero decir, un pedazo de pan, seguro. Pero como actor... madredelamorhermoso!!

sábado, 6 de marzo de 2010

Ejecutivos Agresivos

David Mamet está sobrevalorado, lo que no quita para que Glengarry Glen Ross sea una buena obra de teatro. Y el texto parece aún mejor con una dirección y unos actores como los que pudimos ver la otra noche en un montaje del Teatro Español. Glengarry Glen Ross trata de un grupo de vendedores de fincas llevados al límite por sus jefes: el que obtenga mejores resultados ganará un Cadillac y el peor será despedido. Nada importa la antigüedad, las relaciones personales o la camaradería: solo importa el resultado. Todos los actores están muy bien, con una dirección con incide en la veracidad de las conversaciones obligando a los intérpretes a pisarse unos a otros, a hablar a la vez, haciendo así muy real el diálogo. Inevitablemente destacan, probablemente por que tienen los mejores papeles, Carlos Hipólito – avejentado, abrumado por las exigencias de sus jefes, con un peso sobre sus hombros que es casi visible – y Gonzalo de Castro, actor siempre correcto en comedia, pero que aquí sorprende con un cambio de registro ajustándose la piel de un despreciable tiburón que hace unos años le valió a Al Pacino una nominación al oscar.



sábado, 13 de febrero de 2010

Genio encadenado.

La vida de Orson Welles daría para varias novelas. Un monólogo sobre Orson Welles podría durar horas y horas sin fatigar, sobre todo si el nuevo Orson es José María Pou.
La Señorita Doolittle y yo asistimos la otra noche a la representación de “Su seguro servidor, Orson Welles” de Richard France. Un casi monólogo en el que un Orson Welles que no sabe que en unos meses tendrá un ataque al corazón que dará con sus cenizas en un patio andaluz, vende su voz para cuñas publicitarias de laxante y comida para perros mientras espera una llamada de Spielberg al que cree haber convencido para financiar su largamente demorado rodaje de El Quijote. La conversación con el joven técnico de sonido con el que graba las cuñas da lugar a que el señor Welles recuerde anécdotas - gloriosas, tiernas, divertidas, grotescas - de su vida pasada. La pena es que con este material de partida se podría haber escrito un texto bastante mejor. La suerte es que José María Pou puede convertir las páginas amarillas en un acontecimiento teatral. Con su barriga falsa, su alta estatura, su esforzado trabajo de voz y su apabullante presencia escénica, Pou es el espectáculo. Sobre el oscuro inicial se oye el chasquido de un mechero y vemos su rostro parcialmente iluminado al encender el inevitable habano: ahí está el personaje. Pou compone un Welles dolorido, iracundo, hedonista y conmovedor que cumple las expectativas de parecido razonable con el personaje público, al tiempo que explora el tormento de quien se sabía genio, mas genio encadenado.
Existe un documental sobre la preparación de este espectáculo. Se llama Máscaras y que sepas, Doolittle, que lo vas a ver en breve. Sí. Te aguantas.

¿A que tiene buena pinta?

miércoles, 27 de enero de 2010

Supera eso.

No quisiera estar en el pellejo del productor de la próxima ceremonia de entrega de los Premios Tony´s, los premios teatrales de EE.UU. Lo digo porque, concebido como espectáculo televisivo, la emisión de cada año debe superar a la anterior. Y a ver cómo se supera un número de apertura en el que sólo en once minutos, cruzando números y mezclando canciones de los distintos espectáculos, actúan Elton John, Stockard Channing, Dolly Parton, Allyson Janney, Liza Minnelly, y los repartos y cuerpos de baile de West Side Story, Guys and Dolls, Rock og Ages, Shrek y Hair, terminando estos últimos cantando “Let the Sunshine” al que se unen todos los anteriores y buena parte del público. Todo el teatro musical de Broadway condensado en un solo número. En total, varios cientos de artistas entrando y saliendo sin ningún error (o casi). Merece la pena verlo entero (está en dos partes). A mi me parece una verdadera maravilla y “Let the Sunshine” siempre me pone de buen humor.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Más guantás da el hambre.

Con el de la otra noche son tres los espectáculos de Animalario que llevamos vistos y con los tres, en mayor o menor medida, nos pasa lo mismo: reconociendo que hay buenas ideas puestas en escena, buenos actores y textos que no son malos, no nos acaba de entusiasmar. Aunque a nuestro alrededor una rehala de silbadores se esté amputando las manos extasiados por la presencia de un famoso de la tele.

Esto pasó la otra noche con Urtain. La historia suena a ya vista: La vida del boxeador maltratado por la vida y por la ambición de los que le rodean, ( tema ya visto en todas las películas de boxeadores, las buenas y las malas) el ocaso del triunfador añorando la sencillez de su infancia ( ya visto en Ciudadano Kane y en otras muchas).

El montaje tiene virtudes que se estrellan por el exceso marca de la casa: Los fogonazos cegadores, los gritos y la música estridente, la procacidad son elementos apropiados para la historia que se está contando hasta el momento mismo en que se excede la medida adecuada, y a partir de ese momento es el espectáculo – y no la historia que se está contando – el que se vuelve cegador, estridente y procaz.

Lo más positivo del montaje es la calidad de sus actores, especialmente Roberto Álamo que hace un trabajo redondo en su papel del boxeador y que es la principal baza de este espectáculo. Lo digo como lo pienso, pero si no fuera así también lo diría porque di tú que me lo encuentro un día y me pide cuentas y, chico, no le duro ni un asalto.

Lo dicho: ni un asalto


lunes, 21 de diciembre de 2009

Líquido Elemento.

Pocas veces se sale de un teatro tan satisfecho como salimos la otra noche tras ver Cabaret Líquido, de Lavi e Bel. El espectáculo, que lleva ya mucho recorrido y estuvo fijo durante más de cien funciones en la Expo del Agua de Zaragoza, es un homenaje a géneros escénicos menores y algunos ya en desuso como el teatro de variedades, el burlesque e incluso las ferias de fenómenos. Sobre esa idea se desarrolla una sucesión de números cómico-musicales entramados con sabiduría que dejan lugar al lucimiento de los cinco actores-cantantes y de los músicos que les acompañan (músicos que, sorpresa, también son actores). Payasos, mimos, tanguistas, “fadistas”, diosas egipcias, geishas, cantaores, travestis, un tío de Alfacar, la Muerte, mujeres de mala vida y hombres de vida peor. Todos caben dentro de cinco actores de extraordinario talento. Lavi e Bel dirige el barco del Cabaret Líquido por la nostalgia del Popurri de Clásicos, el virtuosismo corporal de El Hombre Radio, el lirismo de las Geishas siamesas o la comedia descacharrante del tartazo en la cara (transmutado en bolso de señora) de La Lucha Popescu. Cabaret Líquido ganó el último Premio Max al mejor espectáculo musical y, desde luego, algo tiene este líquido cuando lo bendicen. En su página web , preciosa por cierto, hay videos de los números del espectáculo. El público aplaudió con entusiasmo un montaje impecable, y la Señorita Doolitle y un servidor arrostramos el gélido viento de la calle Molinos reconfortados por el regusto tierno y dulzón, como de pan recién hecho, que siempre deja en el alma un payaso tocando el clarinete.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Te quiero, más o menos.

Vimos la otra noche en el Teatro Alhambra Pareja Abierta, de Darío Fo, a cargo de Producciones Imperdibles. Lo digo desde el principio: Darío Fo, al rato, me cansa. No es que haya leído todo su teatro (precisamente por eso, porque me cansa) pero lo que conozco me cansa. Es divertido, sí, e ingenioso, pero tiende a alargar los textos sin apoyarse en elementos que permitan mantener el interés. Muerte accidental de un anarquista y Aquí no paga nadie, por ejemplo, parten de premisas estupendas, serían textos redondos como piezas cortas, pero se hacen pesados a partir del minuto sesenta. Es mi opinión, claro, y seguro que hay sesudos razonamientos que justifican la concesión del premio Nobel a Fo estando por entonces vivo Arthur Miller, pero los desconozco. Y mejor no hablemos de la academia sueca y sus criterios de concesión de premios, porque lo de Obama es como para intentar expulsar por los conductos urinarios los líquidos acumulados en la vejiga sin obtener el resultado apetecido (es decir: pa meá y no eshá gota!).

Volvamos a Pareja Abierta. La pareja de actores de Producciones Imperdibles da al texto el adecuado tono de farsa grotesca que requiere (por más que el programa diga que es “una reflexión sobre la libertad individual y el compromiso conyugal”... ¡que manía!: como si hacer reír no pudiera ser un objetivo en sí mismo), en un montaje modesto, que suple con ingenio la escasez de medios económicos. Una comedia fácil de digerir (no hay nada sutil, no se deja nada a la sonrisa cómplice), que acaba en apenas hora y cuarto - justo cuando comienza a ponerse repetitiva - y montada adecuadamente pero sin genialidades.

Es poco probable que algún día trabe amistad con un extraterrestre, pero, de ser así, probablemente acabaríamos quedando para ir al teatro. Y, en ese caso, si esta obra fuera la elegida (algo aún más improbable que mis amistades interplanetarias), puedo ver claramente a mi recién llegado e inocente amigo extraterrestre preguntándome a la salida del teatro que cuántos premios Nóbel de literatura se reparten al día en el planeta tierra. No sé si me explico.





miércoles, 4 de noviembre de 2009

War is a cabaret, my friend. Come to the cabaret.

La temporada teatral del Alhambra, como el equipo de fútbol de los amores de mi señor padre, sigue en ascenso. Cantando bajo las Balas, de Antonio Álamo es un monólogo grotesco y descarnado en el que el cadáver de Millan Astray cuenta y canta su vida y sus “hazañas bélicas”, deteniéndose especialmente en su famoso encontronazo con Unamuno en un acto público en la Universidad de Salamanca… Sí, Madre: si pinchas en “acto público” te manda a otra página que te cuenta toda la historia (¡¡qué paciencia hay que tener con los principiantes!!).


Para los afortunados que no sepan quien es Millan Astray, cinco minutos de navegación por Internet les deberían bastar para familiarizarse (pero no demasiado, recomiendo) con este terrorífico personaje que si fuera ficticio nos resultaría exagerado, y al constatar que fue real desearíamos que fuera sólo un personaje de algún inframundo de Lovecraft.



Al cadáver de Millán Astray da vida el actor Adolfo Fernández, que hace un notable trabajo con un papel difícil y extenuante: el personaje está exaltado casi todo el tiempo, grita, canta a pleno pulmón… lo dicho: extenuante.


El actor y la criaturica.

El autor tiene el acierto de reforzar el esperpento que el protagonista tiene por cerebro, dando a la pieza un aire de putrefacto café-teatro en el que Millán Astray canta y baila para nosotros ante las momias polvorientas de obispos, gobernadores civiles y militares, intelectuales y ¡Carmen Polo!. El resultado es desternillante, si bien el buen hacer de Álamo y Fernández te congela la risa cuando quieren que no olvides que el grotesco personaje fue un asesino psicótico tristemente real, y que las frases ¡Viva la Muerte! ¡Muera la Inteligencia! fueron realmente pronunciadas, quizá como un conjuro, como una maldición que nos condenó a cuarenta años de católica ceguera, orgulloso atraso y glorioso aislamiento nacional.


Por cierto, hasta no hace mucho, por programar espectáculos como este, te podían quemar el teatro. Parece que vamos mejorando.




lunes, 2 de noviembre de 2009

Mi Querido Señor

Se muere López Vázquez y uno tuerce el gesto con un leve pesar, como cuando muere un vecino agradable o aquel tipo simpático que saludábamos sin pararnos al encontrarlo en la calle. Se muere López Vázquez y uno piensa que qué pena, tan joven, porque parece que los actores de cine no tuvieran derecho a envejecer y morirse. Para eso estamos los demás. López Vázquez habitó imágenes que conserva en el recuerdo todo el que ha visto cine en los últimos cincuenta años. En Inglaterra sería Lord, en Francia sería nombrado Caballero, aquí, desde las tres de la tarde, todas las televisiones lo han puesto, una vez más, a correr detrás de una sueca en bikini. País.

Empezó siendo figurinista y ayudante de dirección, luego fue actor en el Teatro Español (tengo una foto suya, jovencísimo, haciendo del Fantasma de las Navidades Pasadas en El Anticuario, versión del Cuento de Navidad de Dickens. A ver si la escaneo…) y luego pasó al cine como actor cómico. Años después, como a otros grandes (Lemmon, Landa…), le pasó que algún director le pidió que se pusiera serio y, como siempre que el payaso llora, el resultado fue sobrecogedor.
López Vazquez, de blanco, con Rodero en el centro
y el tercer fantasma del cuento. Era 1950.
En la vejez, ya con todo hecho, volvió al teatro. Por aquí abajo pasó un par de veces con sendas obritas insustanciales que fui a ver porque era López Vázquez y uno a López Vázquez tenía que verlo. En escena no hacía nada especial: Dejarse querer por un público rendido y regalarles cuatro tics y cuatro inflexiones de voz conocidas como una vieja canción. Pero era López Vázquez.

He buscado sin éxito algún video de Mi Querida Señorita, la delicada extravagancia de Jaime de Armiñan en la que López Vázquez, maestro de la tragicomedia, interpreta a una señora que cerca de los cincuenta años descubre un día que es un hombre. Recomiendo encarecidamente esta rareza exquisita.


Sí he encontrado sin dificultad uno de sus momentos inolvidables de Atraco a las Tres: "Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo…"



miércoles, 21 de octubre de 2009

Queridísimo Papá

Estrenamos la otra noche la Temporada 2009-2010 del Teatro Alhambra, notando de nuevo la imperdonable falta de una alfombra roja que tuviera el honor de ser hollada por los Gucchi de la Señorita Doolitle.

Vimos “Regreso al Hogar” de Harold Pinter, en producción conjunta del Teatro Español y el Centre D’Arts Escèniques de Reus,un texto sobre el horror en que pueden convertirse las relaciones familiares, sobre convivir odiándose y enfermando de rencor. Con una forma aparentemente realista, de improviso se cuela el esperpento y el teatro del absurdo con una intencionalidad en ocasiones difícil de entender. El texto es interesante aunque a ratos decae y resulta, en conjunto, demasiado largo. Habría que preguntarse si el teatro del absurdo, que cumplió una importante función en un momento determinado del siglo XX, no está ya definitivamente muerto. Nada que objetar, por el contrario a la compañía: estupendos los seis integrantes del reparto, sin perjuicio de que haya papeles que permiten un gran lucimiento (el padre - causante de las deformidades de espíritu de sus tres hijos y que ahora, a la vejez, va a recoger su amarga cosecha - a cargo de un impresionante Francesc Luchetti, a quien no tenía el gusto de conocer) y otros francamente anodinos (el de la esposa, con el que no se puede hacer más que lo que vimos la otra noche).

En el video que he encontrado, con el reparto original - Tristán Ulloa y Ana Fernández no se han incorporado a la gira - , da una buena idea del aire que se respira en el montaje: La familia que se odia unida, permanece unida.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Jodecting People

Seguramente ya habrás visto este video: Hugh Jackman (Lobezno) y Daniel Craig (007) actúan juntos en una obra en Broadway. El teléfono de un espectador comienza a sonar. Sin parar. Jackman finalmente para la representación y se encara con el bonico del tó del teléfono diciéndole cosas como “venga, cógelo, podemos esperar”, que arrancan risas y aplausos de apoyo del público. Aunque decidieron echarlo a broma (evidenciando ser mas educados que el dueño del móvil), la tensión y la mala leche que les va subiendo son perfectamente perceptibles. Lo curioso es que el teléfono sigue sonando y sonando, prueba evidente de que el interfecto era sin duda un Joputa-telefonario Grado 3. Sí, hay tres grados. A saber:

a) Joputa-telefonario Grado 1 (J-T/G1): Es el espectador que, desoyendo los avisos de megafonía, ha dejado su móvil encendido. Éste se pone a sonar en medio de la representación, procediendo el J-T/G1 a apagarlo avergonzado entre los siseos de los circunstantes. Este J-T precisa una apercibidora colleja.
b) Joputa-telefonario Grado 2 (J-T/G2): Es el espectador que, desoyendo los avisos de megafonía, ha dejado su móvil encendido. Éste se pone a sonar en medio de la representación, procediendo el J-T/G2 a iniciar, sin el menor sonrojo, una conversación telefónica perfectamente audible que siempre comienza con “¿Dígame?...No puedo hablar más alto... Es que estoy en el teatro…”. La duración de la conversación varía según lo J que sea el J-T. Este J-T precisa una reeducador puñetazo en el puente de la nariz.
c) Joputa-telefonario Grado 3 (J-T/G3): Es el espectador que, desoyendo los avisos de megafonía, ha dejado su móvil encendido. Éste se pone a sonar en medio de la representación, procediendo el J-T/G3 a poner cara de poker como que la cosa no va con él y/o a unirse al coro de siseos desaprobatorios, escudando así su culpa en la multitud mientras deja que quién le llame se canse o se gaste la batería, lo que ocurra antes. Este J-T precisa una ejemplificante ejecución por culleus, pena de muerte aplicada en derecho romano y consistente en introducir al J-T/G3 en un saco de cuero después de ser apaleado, metiendo tambien en el saco una mona, un perro, un gallo y una serpiente; acto seguido, el saco se tira al agua, y el que se muera, peor para él. Sabios los romanos.
El del video es, obviamente un J-T/G3. Quod erat demostrandum.



Propongo desde aquí un cambio en el aviso previo a las representaciones. Algo así: "Señoras, señores: la representación va a comenzar. Se les recuerda que está prohibido hacer fotografías o grabaciones. Apaguen sus teléfonos moviles y relojes de alarma … de lo contrario, Lobezno y 007 le van a estar dando palos hasta que caiga en jueves el viernes santo. Gracias.”
A ver entonces quién es el guapo que se despista.

lunes, 3 de agosto de 2009

Amargas caricias

Mi sobrina Cecily y mi buen amigo Algernon participaron hace unas semanas en el montaje de la obra Caricias, de Sergi Belbel, que se estrenó en el Teatro Municipal de Peligros. Es un proyecto del Centro de Estudios Escénicos de Andalucía (ESCÉNICA), que se configura como trabajo fin de curso de los alumnos y que, como absurda consecuencia, se representa sólo una vez.
Debo confesar que Belbel me cansa un poquito. Reconozco la calidad de sus textos, lo acabado de su estructura, pero la temática – especialmente en esta obra – me cansa. Tengo perfectamente claro que su intención en Caricias –obra integrada por escenas independientes, o no, con personajes distintos... o no - no es reflejar una media estadística de la sociedad moderna (vaya, espero que no, al menos), pero hay demasiado incesto, drogas, prostitución, maltrato familiar y violencia de género como para que no me sienta saturado. No es que me escandalice, ojo, es que me saturo.
Pero lo que sí es este texto es un reto para actores valientes. Y bravos como mihuras fueron los seis actores que se desgarraron, se destrozaron y se desnudaron – algunos, literalmente – ante nuestros ojos. Ninguna de las escenas era fácil y en todas se respiraba verdad. Siento no poder dar los nombres de algunos actores por haber perdido el programa, pero todos ellos son dignos de mención, especialmente porque todos ellos hacían doblete, lo que dificulta aún más la tarea: El mendigo que no puede o no quiere recordar su pasado es poco después un padre de familia supuestamente modélico. La anciana arrasada por la vida pasa poco después a ser la madre animosa que calla todo lo que ve. El marido cuasi-robótico se transforma con facilidad en un abominable padre incestuoso y en un ridículo amante despechado.
Mi buen amigo Algernon (bajo el pseudónimo de Alejandro Colera) sencillamente asombra. Especialmente en sus complejas recreaciones del chapero y del adolescente empastillado (en este último papel convierte su texto en una vertiginosa pirueta solo apta para vocalizadores experimentados)
Mi querida sobrina Cecily (que para la ocasión ocultó el nombre con el que la llevé a la Pila tras el alias de Victoria Peinado) nos hizo creer de nuevo que es fácil lo difícil y nos ofreció con sus distintos papeles un muestrario real y descarnado de los diversos dolores que pueden ocultar las relaciones familiares y/o amorosas.
Un montaje de esta calidad (dejando a un lado mis objeciones sobre el texto) no puede ni debe limitarse a una función de debut y despedida. Es un derroche. De talento y de dinero. Y no estamos para derrochar.


Cecily y Algernon, transmutados.

jueves, 16 de julio de 2009

Culpable hasta que se demuestre lo contrario.

La otra noche vimos la versión que de DOCE HOMBRES SIN PIEDAD se hizo en 1973 para Estudio 1. Antes de darle al play hube de esperar a que a la Señorita Doolitle se le pasara el efecto del cloroformo (de otra forma no puedo atarla al sofá: es más fuerte que yo). Cuando volvió en sí, con los primeros fotogramas, mientras intentaba librarse de sus ataduras, gritaba: ¡¿Pero esto que eeeess!!?? ¡¡Si este programa es de cuando a Sara Montiel le vino el periodo!!! ¡Y en blanco y negro!! ¿Para que nos hemos comprado un tele en color, digo yo??!! ... Pero entonces empezó a hablar Jesús Puente, y luego Luis Prendes, y Bódalo, y Merlo. Y Rodero. Y la Señorita Doolitle quedó subyugada durante dos horas. Tanto que ni siquiera notó que la desaté a los pocos minutos.
De la obra de Reginald Rose existe una versión cinematográfica de los años cincuenta con espléndidos actores (Henry Fonda y Lee J. Cobb, para empezar) y dirigida por Sidney Lumet. Pero nada tiene que envidiarle la modesta versión televisiva española (modesta por los medios, no, desde luego, por el talento). Por cierto que hace un par de años Nikita Mikhalkov dirigió una versión alla rusa que aún no he visto bajo el título de 12.
Doce hombres componen el jurado que tiene que decidir si un muchacho es culpable de parricidio. Si lo es, morirá en la silla eléctrica. De los doce, once de ellos quieren declararlo culpable. Y rapidito: Tienen prisa, o están cansados por el largo juicio, o un pesado equipaje de prejuicios les ha dictado hace tiempo el veredicto. Pero el jurado número ocho tiene dudas. Y el veredicto ha de ser unánime.
Doce Hombres. Veamos: Tres semidioses (Jose Mª Rodero, José Bódalo e Ismael Merlo), cinco maestros de la interpretación (Jesús Puente, Luis Prendes, Carlos Lemos, Fernando Delgado y Rafael Alonso), tres profesionales siempre efectivos (Manuel Alexandre, Antonio Casal y Sancho Gracia) y Pedro Osinaga, que pasaba por allí.
La obra tiene momentos de altísimo teatro que estos señores saben bien cómo aprovechar. Especialmente lucidos son los personajes (mezquinos, odiosos y en el fondo dignos de lástima) de Merlo y Bódalo.

Quizá ahora que TVE cambia su normativa en un deseo de ser más servicio público (al menos, eso se ha declarado) puede que vuelvan a hacer del teatro una de sus grandes bazas. Una vez lo fue, y (oh, sorpresa) a la gente le gustaba. Me conformo con que tiren de archivo y repongan los cientos de Estudios 1 que dormitan en sus archivos. ¿Es mucho pedir?
Aunque todo el que no haya visto Doce Hombres sin Piedad tiene la obligación cultural de verla (por cualquier medio, sea o no de los que le gustan a la SGAE) aquí dejo cinco minutos que, sin destripar la trama, dan muestra de la tensión que se mantiene durante toda la obra y del inmenso talento que se derramó por aquella gran mesa del jurado.



sábado, 4 de julio de 2009

"All the world's a stage..."

En 1949 el actor y director norteamericano Sam Wanamaker arribó en Londres para hacer unos bolos. Tenía mucho interés en conocer las ruinas del original teatro EL GLOBO, uno de los teatros donde Shakespeare representó sus obras. Wanamaker descubrió descorazonado que no quedaba ni el más mínimo vestigio del edificio. Y se le ocurrió la idea: reconstruir el teatro en el mismo sitio que estuvo, con los mismos materiales y sobre la base de la documentación conservada que daba idea de su aspecto y estructura. Se afincó en Inglaterra, enroló a sus amigos en su proyecto, recaudó fondos de donde pudo y fundó en 1970 la Fundación Shakespeare Globe para la construcción del proyecto. Por fin, en 1993 pudo comenzar la construcción, después de contar con los terrenos, la financiación y los permisos necesarios (cuenta con un permiso especial del Ayuntamiento de Londres porque los materiales originales – madera, paja tratada en la techumbre… - son la pesadilla de cualquier bombero). Por desgracia Wanamaker murió a finales de ese mismo año sin ver terminado su sueño, ya que la obra se completó en 1997. Una ironía muy shakespeariana. Y desde 1997, paseando por la rivera del Thamesis, puedes encontrarte, entre oficinas y bancos, este maravilloso anacronismo:

Actualmente la Fundación Shakespeare Globe, que cuenta con un edificio anejo al teatro, se dedica a actividades formativas y de investigación del teatro isabelino, además de gestionar el museo y la temporada estable de teatro que se representa en el Globe como antaño.
En 2004 tuve la suerte de poder visitar la fundación y el teatro acompañado por la siempre grata presencia del Burgomaestre de Hamminkeln y señora. Aunque no pudimos asistir a ninguna representación, sólo pasearse por la cazuela del teatro ya constituye un verdadero viaje en el tiempo.
En este video (la escena final y los saludos de Ricardo II) se puede apreciar el aspecto interior del teatro. Por cierto, ¡qué manera de currarse los saludos!